jueves, 4 de octubre de 2007

Instinto

Nunca le habían gustado las mariposas. Odiaba sobre todo sus alas. No le agradaban los colores ni los dibujos, y detestaba especialmente el polvillo, ese pegamento que hacía que se le quedaran adheridas al paladar. Escuchaba a los enamorados entornar los ojos y decir que sentían “mariposas en el estómago” y no entendía que lo dijeran con tal satisfacción. Para ella las mariposas en el estómago presagiaban una digestión dura y desagradable. Dirigió su lengua hacia una mancha azul y la Polyommatus Bellargus desapareció en su boca. Sintió un escalofrío y pensó que a veces ser rana era un asco.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que para los bichólogos es instinto para los matemáticos es una continua lucha contra los desastres naturales. El aleteo de esa mariposa ya no provocará mas tormentas en Pekín.

De todas maneras si le desagrada una Polyommatus Bellargus no quiero ni pensar lo que opinaría de una dieta de anodinas Pieris brassicae.

Anónimo dijo...

¡Hola!
Pues parece que eso de no estar de acuerdo con el propio cuerpo no es solo una condicion humana, jejejeje
Muy original relato.
Besos.AlmaLeonor

Ginebra dijo...

arc:

Puajjjj... las mariposas me parecen bichos totalmente repugnantes.

Alma:

Bueno, todos hemos visto Babe, el cerdito valiente.

Anónimo dijo...

¡Hola!
Gin... yo no he visto esa película...
Besos.AlmaLeonor

Ginebra dijo...

Um... ¿no la ha visto? Imperdonable! Es estupenda.