miércoles, 19 de septiembre de 2007

Al de amarillo, que lo pillo

El herbolario me ha traido un puñado de hierbas tisaneras para los nervios. He experimentado sus efectos en el cartero y efectivamente son mano de santo.

Esta mañana, cuando estaba sumergida en una retahíla larguísima de Ooooooooooooms y me intentaba recomponer después de un rato de plegarme en unas posturas de yoga que hacía siglos que no efectuaba y que pienso olvidar piadosamente (que no están las chichas ya para tantos plegamientos), he oído unos gritos un tanto guturales en la calle. "Ni caso" pienso "mis señores trabajadores ya han roto todo lo rompible, no pueden estar metiéndose en ningún lío", y sigo con las neuronas vocalizando om todas juntas como un coro gregoriano.

Pero para que veáis cuán equivocados solemos estar en casi todos los órdenes de la vida, hete aquí que sí había algo que podían romper: el cartero. Y es que iba el cartero, laranlaranlarito, montado en su vespino, haciendo el repartito, cuando ha sido asaltado por un camión cubero (veamos, si las vacas que llevan leche son vacas lecheras, los camiones que llevan cubas para las obras serán camiones cuberos, elemental querido Watson) que "no le ha visto" (y eso que se los ve bien porque Correos me los viste de amarillo pollo, y la vespa también es amarillo pollo, y el morral de las cartas idem, que siempre pensé que valía la pena la humillación de parecer el primo grande de Piolín si eso les evitaba un atropellamiento) y ha estado a puntito a puntito de llevárselo por delante.

Bueno, más bien casi se lo lleva por detrás porque el camión no contento con ir por la vida arrollando al personal como Dios manda, ha tenido la chulería de querer atropellar al cartero dando marcha atrás. Que ya es difícil apuntar contra alguien con un camión dando marcha atrás en una calle empinada como los tajos del cañón del Colorado. Rugía el motor (más bien se quejaba) que daba pena.

Menos mal que los señores trabajadores tienen unos pulmones que ni yoni güeismuler, y se han lanzado a chillar como posesos en franca competencia con el motor y el del camión ha frenado, que si no nos quedamos sin cartero. Y sería penoso porque sólo pasa una vez a la semana. Así que le he preparado un pote de hierbas. Y funcionan, porque se ha quedado amodorrado en la silla, que hasta me daba pena despertarle, con su hilillo de babita plateada cayéndole por la comisura derecha de la boca. Traspuestito perdido estaba. Como que me ha costado un rato que se marchara dando bandazos calle abajo con la vespita amarilla. No sé qué habrá sido de él. Tendré que esperar a la semana que viene para saberlo. ¡Ay, qué sinvivir!

2 comentarios:

elizq dijo...

Y no serian otra clase de hierbas?

Ginebra dijo...

Mujer, soy generosa pero como para andar invitando a todo el mundo... tampoco.
:-)