jueves, 9 de agosto de 2007

De naranja y de limón

"¡¡¡Al membrillo, al membrillo!!!" Por un momento me he sentido como si hubiera hecho un flasbá y estuviera de nuevo en medio de una pelea del recreo en el colegio. Qué susto. Pero no. Es que los señores trabajadores han comenzado a excavar y lo primero que han hecho ha sido desarraigar los árboles del jardín. Como Iván, que es el que conduce la excavadora no ve ni un pimiento metido en la cabina, el señor Paco, su padre, le indica. Y ahí ha estado el señor Paco gritando "al membrillo, al membrillo" cada vez que quería que Iván desenterrara un árbol. Os lo creáis o no, han sacado un lilo, un magnolio, una jacarandá, una palmera (tela... pero tela), un laurel, una higuera, un limonero, un almendrito y un cerezo de Japón, pero membrillos ni uno. Como que no teníamos. A mi me ha resultado curioso que siendo de campo (apuesto algo a que llevan el arado tatuado en el bíceps) todos los árboles les parecieran membrillos. A saber. Igual es que son así como daltónicos pero para los árboles.

Lo divertido es que hacían distingos según el fruto. Me explico: cuando le ha tocado el turno al limonero, el señor Paco ha gritado "al membrillo de limón", como si fuera una Fanta. Total, que hemos separado las plantas por nivel de damnificación y hemos puesto los membrillos en el lado sano del jardín. El resto de las plantas ("que ahí le he sacao toas las lechugas pa que las aprovechen y se las coman", como si me fuera a comer de golpe 22 lechugas... anda que...) las ha tirado un sobrino del señor Paco al campo después de hacer un burruño con ellas.

A mi me ha dado cosa decirles que las plantas de maría no había que tirarlas, no fuera a ser que se pensaran que una es una viciosa, pero joé, que tenía unas pocas y todas más altas que yo (escaso mérito pasar del metro y medio, claro). Creo que esta noche me armaré de linterna y las buscaré en el monte, que no están las cosas para desperdiciar.

Y... creo que ya no quiero ser gruísta. Como divertido me lo sigue pareciendo. Es más, cada vez me parece más impresionante eso de subir por una cuesta vertical aguantando la máquina sobre dos ruedas nada más y derrapando al caer entre los "oleeee" entusiasmados de la cuadrilla de Dragan, el bosnio que le hace la obra a un vecino (aquí el que más el que menos todos somos damnificados por la naturaleza natural) y que entre seguir alicatando y disfrutar del espectáculo de Ivan a lomos de la excavadora de la Srta. Pepis han optado por lo segundo. Y también me parece muy divertido subir por una rampa de chapas de hierro que a la tercera pasada ha empezado a soltarse. El problema es que tanta diversión me parece excesiva, yo soy más comedida que todo eso. Vamos a ver, si a mi coger el autobús del pueblo ya me parece un deporte de riesgo. Casi que mejor me busco otra profesión para el futuro.

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