martes, 26 de febrero de 2008

La Cabina

A mi madre siempre le han gustado lo que aquí llaman las "películas de susto" (el realidad dicen “zuto), y cuando más miedo mejor. No le dan ni miedo ni susto ni nada, al contrario, se pone como más contenta. Rara, rara. A mi padre en cambio no le gustan ni un pelo. Él está muy bien enseñado: si una película es de miedo él se caga vivo, como debe ser. Nosotras nos hemos saltado todas las leyes de Mendel, y en lugar de ser guisantes verde o amarillo hemos salido una especie de cruce a cuadritos tipo Burberry, con lo que las películas de terror nos dan un miedo espantoso pero disfrutamos como locas. Pero locas del todo, vaya, que recuerdo una noche de invierno que fuimos B1 y yo a ver "Lo que la verdad esconde" en sesión golfa entre semana, y gritamos como poseídas cada vez que salía el fantasma, o se cerraba una inocente puerta, que ya puestas aprovechamos y vaciamos los pulmones cada vez que nos dio la gana. Total, en el cine solamente había otra persona más, y cuando vio que no nos cortábamos ni medio pelo se puso también a dar alaridos. Del trayecto de vuelta a la casa, con esas calles oscuras y vacías, no voy a contar nada porque todavía me da la risa cada vez que me acuerdo.

Además a mí con este tipo de películas me debe pasar como con los chistes, que me los cuentan, y si me los repiten a la media hora me río otra vez porque se me olvidan. Y si son de Lepe se me olvidan antes. Pues con las películas de miedo me pasa algo parecido, que aunque las haya visto me acojonan igual que la primera vez. Como que después de haber visto “Lo que la verdad esconde” con B1 en el cine intenté verla en la televisión unas cuatro veces (bendito canal satélite digital) y no hubo manera. Yo creo que era incluso peor que la primera vez porque estaba todo el tiempo esperando que apareciera la muerta y eso y claro, daba unos repullos en el sofá que al final tuve que apagar la televisión y subir corriendo a acostarme con tal miedo que ni me miré en el espejo mientras me lavaba los dientes por si se me aparecía algún fantasma (mejor, porque debía tener la cara hasta desencajada y si me llego a mirar me habría asustado más que si se me hubiera aparecido el pantojito pidiéndome fuego).

Y por si fuera poco yo para el cine de miedo tengo la manga tan ancha que ríanse ustedes de los kimonos. Para mí en el cine de susto cabe todo. Y cuando digo todo me refiero a todo, desde Shin Chan (siempre me acuerdo de la sobrina de un amigo que cuando veía esos dibujos en la tele lloraba espantadita perdida y decía “Chin Chan no, Chin Chan no” echando tantas lágrimas que daba pena la pobre) a La casa de la pradera, pasando por los desmanes de Chuky (uf, después de Chuky no volví a mirar igual a los gusiluces) y algunas emisiones de Cine de Barrio. El otro día, por ejemplo, pusieron “Los pájaros” y cuando acabó Madagascar dijo que aquello no era película de susto ni nada. “Hombre” le dije yo toda ofendida porque a mí sí me lo parecía, “a ti no te dan miedo porque tú tienes la cabeza llena de pajaritos y estás acostumbrada a tratarlos”. “Pero si se ve todo falsísimo”. Claro, Kenya, que se ha criado con los parques jurásicos en pleno, no admite plástico en ningún monstruo que se precie. Y es que a estos niños es difícil asustarles. Con el miedo que me dio a mi “King Kong” (ojo, que hablo de la versión de 1933, la de Merian C. Cooper, que la volví a ver hace poco y los dinosaurios cantaban a goma que parecía aquello La Travista) y la risa que les dio a ellas. Aunque también lo entiendo.

Yo, por ejemplo, no me asusté con “La cabina” hasta hace unos días. Y no porque la viera sino porque la sufrí en mis chichas morenas. Bueno, algo parecido. No se trataba de una cabina telefónica sino la cabina del aseo de señoras de una delegación de la Junta. Pensándolo después debió ser cosa del karma ése porque quince minutos antes me había dedicado a reirme de lo lindo mirando a la Delegada Provincial que se había quedado encerrada en el ascensor y no paraba de subir y bajar, y como era uno de esos ascensores con paredes transparentes todo el mundo podía verla allí encerradita, con cara de sota, esperando que el técnico de mantenimiento abriera. Así que tuvo que ser el karma, por mala, que yo reirme me reí poco pero hice los comentarios más cáusticos de todos. Total, que entré en el aseo, eché el pestillo, encantada de la amplitud (a ver, era el de minusválidas, no iba a ser grande) y la limpieza, y me dediqué a mis cosas. Y por supuesto, pasó lo que pasó, que cuando quise salir el pestillo dijo que no. Intenté de todo, desde dar empujones al más puro estilo clinisgud (jo, qué daño en el hombro, poramordeDios) hasta hurgar con una horquilla del pelo, que es algo que me pasma desde que una vez vi a una amiga en Orcasitas abrir un coche por ese procedimiento (nada más para demostrarme que se podía, no vayan a pensar mal; también se ofreció a enseñarme a hacer un puente y le dije que muchas gracias que eso ya sabía hacerlo y que mejor nos fuéramos corriendo no nos fueran a pillar como dos chorizas cualquiera) pero nada, aquello no se abría así que opté por sentarme a esperar. Total, los servicios de mujeres siempre están llenos así que seguro que no tendría que esperar mucho para que apareciera alguien. Y mis comentarios sobre el ascensor debían haber sido demasiado malévolos porque el karma decidió castigarme con una ausencia tan prolongada de meonas que empecé a preocuparme. Y más cuando miré el reloj y ví que estaban a punto de cerrar el edificio.
En esto entraron dos señoras. Por la voz debían ser mayores. Venían hablando de achaques, análisis de sangre, y demás. Yo iba a empezar a gritarles pero me parecía mal interrumpir así que esperé a que hubiera un clarito en la conversación.

- Pues mañana tenemos cita en el centro de salú para hacernos los análisis para el sintrón.
- ¡Aaaaaay, el sintrón! ¡Fatal que está mi Manolo del sintrón! Echaíto a perder que lo tiene.
- Pues Conchi, que se lo mire, que eso es mú malísimo.

Yo reconozco que, dada mi situación en esos momentos, debía haberme callado pero no pude. La carcajada me salió del alma.

- Cucha, qué maleducada, ésa se está riendo de nosotras- dijo una de ellas (la Conchi), con toda la razón del mundo.

- Perdonen señoras, pero me he quedado encerrada. ¿Podrían avisar a alguien para que vengar a abrirme?
- Sí, anda, que tú te estabas riendo de nosotras, guapa.
- Que nooooooo, de verdad, que me reía de mis cosas.
- ………
- De verdad, por favor, avisen a alguien, que llevo ya un rato aquí.

Las oí cuchichear en un tonillo indignado que me dio mala espina.

- Señoras, por favor, avisen a alguien.
- …
- ¡Señoras!

La puerta del aseo acababa de cerrarse. Cogí el móvil y marqué.

- Hola, Gin, rápido que no puedo hablar, que tengo una rueda de prensa en cinco minutos.
- Jose, que me he quedado encerrada en un lavabo y no puedo salir.
- ¿Y qué quieres, que deje la rueda de prensa, vaya para allá,y te abra?
- No, mujer, que llames a la Delegación y le digas al de centralita que manden a alguien para abrir.
- Mira, Ginebra, que no me da tiempo, que te he dicho que tengo una rueda de prensa y tengo esto llenito de periodistas.
- Vale, vale, pues la próxima vez que no sepas dónde has aparcado el coche en el carrefour y te dé un ataque de nervios no me llames a mi para buscarlo como si fuera Garbancito.

Jose se quedó callada medio nanosegundo.

- Bueno, lo intento, pero no sé si voy a poder, eh, tú búscate la vida. Beso.

Y me colgó sin más. Luego llamé a JB. Se descojonó un poco y prometió que llamaría a la Delegación. Y mientras pasaban los minutos. Y llamé a Kenya para que avisara. Y yo llevaba ya un rato acordándome de José Luis López Vázquez en “La cabina”. Y se me despertó el lado dramático. Y luego me dio la risa. Y cuando estaba riéndome más escuché una voz que me decía que me apartara que iban a tirar la puerta, cosa que hicieron en dos minutos. Cuando salí aquello parecía una fiesta: dos conserjes, el telefonista, el guardia de seguridad de la Delegación (con la porra en alto esperando que saliera del aseo qué sé yo qué), y el técnico de mantenimiento. Sólo faltaban los bomberos y Protección Civil. Lo comenté en voz alta.

- Pues han estado a punto de venir- dijo el telefonista –Porque han llamado diciendo que alguien les había avisado (la Jose, es que es un poco exagerada), pero les he dicho que no hacía falta. Reconozco que ahí hemos pensado que era una broma. También han llamado un señor y una señorita, y he pensado que seguían con la broma pero mire, luego han llamado dos señoras mayores que han dicho que no hacía falta que nos diéramos mucha prisa, que se lo tenía usted merecido, y fíjese, eso me ha mosqueado y he pensado que igual sí pasaba algo.

Todavía estoy intentando descifrar el código adecuado para conseguir auxilio en estos casos.

10 comentarios:

SH765HT2 dijo...

Yo con las pelis de miedo me parto la caja. Y si son de sangre y vísceras hasta la exageración es como si fueran de humor. Con otras sencillamente me duermo.

Pero la que sí me acojonó es una que no me acuerdo como se llama (soy muy malo para recordar títulos de películas) en la que una chica está viendo está viendo un vídeo, se corta la conexión y se oye el teléfono... y resulta que le dicen que por haber visto ese vídeo morirá en siete dias (o algo asín...)

Pensé: mira que si ahora se corta la conexión y se oye el teléfono, me cago de miedo. Porque además tú estás viendo las mismas imágenes que la prota.

SH765HT2 dijo...

Por cierto: Mi candidatura a la presidencia del gobierno está esperando aportaciones en metálico para ganar estas próximas elecciones. No puede ser que pseudofrikis como ZP o el Rajao puedan ser los próximos presidentes.

VOTA SH765HT2!!

Anónimo dijo...

Sh765ht2( joder con el nick). La pelicula era de Ring ( la señal). Imagínate siete tias histéricas ( me incluyo)q quedan en casa de otra pa verla y con comentarios tales como: "Otia, tía q me han dicho q es pa cagarse" "Po a mí no me gritéis tia,como si fueras niñas chicas q no me entero de ná" " Dicen q eso ha pasao de verdad, mira que si ahora suena el teléfono..." "Joer, tía, no digas eso q me cago viva"
En esa estábamos y como es lógico en una reunión de tías no mantener el pico cerrado aún cdo la peli ha empezado, justo en el comienzo cuando pasa lo de la tele y se oye el tele´fono y la amenaza, suena el teléfono de la casa dde estábamos, alguien del mismo susto le da al mando del dvd al stop y se apaga. Total, misma situación pero en directo. Y Paro pq me está entrando la risa al recordarlo q bajaron todos los vecinos pq aquello se desmadró.

Gin, quita , quita que soy la number one abriendo puertas con ganchillos o alambres. Eso te pasa por no haber tenido que compartir "un solo baño" con seis personas más y con amenazas tales como: "Como en cinco minutos no me abras, abro yo". Tuve que aprender a hacerlo para sobrevivir.

núria dijo...

por dios mujer, se mete usted en cada berengenal!
Otro dia saldrá de casa servida. Mi abuela decia que de casa se sale comido, bebido, m... y c... ya me entiende usted, que una es muy fisna!

Anónimo dijo...

La Cabina la vi con trece o catorce, justo en su estreno mundial en TVE, que era el único canal de entonces. Y tengo que reconocer que me acojonó. Lo que más me indignó es que nadie se matara en tratar de ayudar al pobre Jose Luis y que incluso había uno robando pasteles. Y luego el final... con la llegada de la cabina a aquel aséptico depósito a bordo de una fragoneta, con el tío dentro...

Estuve mucho tiempo sin entrar en una cabina. Incluso cuando las fueron quitando para poner esa especie de cubículos supuestamente insonorizados pensé que Telefónica lo hacía porque seguramente la peña no entraba a llamar a las antiguas cabinas ni en broma.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Y encima Telefónica se ha presentado hoy como el Grupo de Telecomunicaciones más 'potens' in the world, superando con creces sus acostumbrados beneficios multimillonarios.

Claro, claro...

Nepomuk dijo...

Oye, te doy un truco que sirve tanto para Lo que la verdad esconde como para otras películas con chimpunes de mucho miedo.

Baja el sonido.

Oye... que te miras a los muertos tan ricamente ¿eh? sin que te tiemble la cervecita ni nada...

Anónimo dijo...

¡Hoal!
Diga usté que sí, Gin, que da más miedo quedarse encerrada en un baño (¡¡y de un édificio público, po'dios!!) que cualquier peli de miedo.
Lo de Hickcoch no era miedo. Él mismo decía que lo suyo era "suspense", y que el suspense no era mostrar como un hombre explotaba con una bomba, sino mostrar a un hombre sentado encima de una bomba "a punto de" explotar.
De todas formas, yo solo he podido ver una peli de "zombis"....¡¡ni una más palabrita!!
Besos.AlmaLeonor

Ginebra dijo...

sh765ht2:
Jo, es que esa daba mucho miedo. Yo la aguanté porque había visto antes la parodia en una Scary Movie de ésas y cuando ví la de verdad no podía dejar de acordarme de la otra y reírme. Quedé ante todo el mundo como una perturbada de narices con tanta risa.

Cacique:
Pues cuando quieras quedamos y me enseñas, que yo nunca lo había necesitado antes porque siempre iba en compañía de (ejem) "gente habilidosa". Recuerdo que una Navidad nos dejamos las llaves dentro de casa y pedimos ayuda a un "habilidoso" de estos y el menda se negó porque decía que él en Navidad "no trabajaba". Nos costó un rato hacerle entender que no se trataba de entrar a robarle a nadie sino que la casa era nuestra.

nùria:
Ya, si yo lo intento pero como me ha dicho el médico que tengo que beber mucha agua pues pasa lo que pasa.

peterpsych:
Uf, yo me tiré una temporada que entraba a las cabinas y dejaba las puertas abiertas y claro no oía un pimiento lo que me decían por teléfono.

nepomuk:
Pues mira, eso no lo he probado nunca pero seguro que funciona porque una de las cosas que más miedo me dan son las musiquitas chirriantes que te van avisando de que en cuanto respires va a salir un zombi y te va a llenar las palomitas de sangre.

almaleonor:
A mi la que me encanta es "Yo caminé con un zombie". Bueno, es que Jacques Tourneaur es un maestro, claro.

Anónimo dijo...

¡Hola!
Gin, esa no vale, es un clásico. Yo me refería a las de "sangre, higadillos, gore..." esas.
Besos.AlmaLeonor