jueves, 7 de febrero de 2008

El Día del Cacahuete, digo de la Marmota

La semana pasada fue el Día de la Marmota. A mí, personalmente, que los americanos se dediquen a molestar a los bichos para ver si va a hacer o no buen tiempo me parece de un mal gusto tremendo, pero en el fondo me da exactamente igual. Allá ellos con su fauna y las pulgas que la adornan. A mí me gusta la fiesta como la celebran aquí. Es que no es lo mismo, hombre, dónde va a parar, es una cuestión de estilo. De entrada aquí lo llaman el Día de la Candelaria, que es muchísimo más fino, y en vez de coger un animal (poquísimo agraciado, todo hay que decirlo) por los sobacos y exhibirlo en un parque público, prefieren no tocar las narices ni humillar al resto de los seres vivos y montárselo ellos mismos, y organizan una procesión en condiciones con su banda de música, sus fieles devotos detrás, sus palios, sus cirios encendidos, sus cánticos... en fin, la parafernalia propia. Y luego, cuando han paseado bastante las imágenes y las han meneado por todo el pueblo, se va todo el mundo a montarse en las atracciones de la feria, y a comer turrón (no sé en otras ferias pero por aquí siempre hay inexplicables puestos que venden tabletas de turrón incluso en el mes de agosto), churros, y manzanas venenosas, digo caramelizadas.

Como en este país tenemos esta vena individualista que tenemos, si pudiéramos cada uno celebraríamos el santo patrón propio de la república independiente de su casa, pero como afortunadamente (imagínense todos los días una banda de música por las calles, venga a petardos, venga a confeti, venga a turrón y manzanas asesinas) no es posible, hay que contentarse con celebrar un santo patrón comunal. Comunal dentro de lo que cabe, que tampoco es cosa de agruparse demasiado. Por ejemplo, en el pueblo hay tres núcleos de población, así que hay tres fiestas locales, por mucho que dos de esas poblaciones estén tan pegadas que haya algunos que no sepamos muy bien si pertenecemos a una o a la otra. Tres núcleos: tres fiestas, en distintas épocas del año, con distintas imágenes, y distintas costumbres. Tan distintas que si a una virgen la pasean en barca por el mar y se ponen hasta las trancas de sardinas espetadas, a otra la pasean por la carretera sin mayores alardes, y a la última le tiran cacahuetes.

A mí siempre me ha parecido que en este reparto de costumbres la que sale perdiendo es la Virgen del Rosario, que la pobre solamente pasea carretera arriba carretera abajo sin más jolgorio ni nada que echarse a la boca, pero allá sus parroquianos, si no quieren darle vidilla peor para ellos. Claro, ser la Virgen del Carmen luce mucho más, pero conlleva ejercer un título de riesgo, que no todos los años pillan la marea tranquila (ni van los remeros convenientemente despejaditos), y recuerdo que hace unos cuantos veranos a puntito estuvieron de volcar la barca con la imagen. Visto lo visto hasta ahora siempre había pensado que lo mejor era ser la Virgen de la Candelaria, que hace un recorrido procesional más majo que la mar, cuesta arriba cuesta abajo, tan largo que a la banda le da tiempo a tocar la mitad del repertorio de marchas profesionales, y encima le tiran cacahuetes, que es una costumbre que me parecía de lo más simpático y aparentemente inofensiva. Pero creo que desde este año voy a mirar los cacahuetes con otros ojos.

Y es que hasta ahora la gente del pueblo se limitaba a tirar los cacahuetes a puñaos y seguidito, con lo que siempre se veía gente en la procesión pelando cacahuetes (se me había olvidado aclarar que los tiran con cáscara así que te los puedes comer sin problemas, excepto los pisados, claro, que se espachurran de mala manera) y comiendo como monillos. Pero este año habrán querido hacer una demostración de poderío y han decidido tirar los cacahuetes a cubetazo limpio. Se pueden ustedes imaginar, aquello no era una lluvia de cacahuetes, aquello era el diluvio cacahuetal. Lo mejor es que todo el mundo estaba encantado. Hombre, hubo sus protestas. Por ejemplo, algunos músicos de la banda, como el trompa, el bombardino y algunos saxos, se quejaron de que echando tantos cacahuetes a la vez no podían tocar porque se les metían por el instrumento y tenían que estar vaciándolos a cada rato. También protestaron algunas abuelas, pero éstas se quejaron porque los cacahuetes se les incrustaban en el pelo; una dijo que le habían dado en las gafas, y poco más. El resto del personal estaba encantado con aquel desbordamiento cacahuetil.

Y pasó lo que tenía que pasar, que con tanto cubo el palio del trono de la Virgen se había llenado tanto que amenazaba con romperse. Bueno, amenazar no, que se rasgó una esquina. Ahí el mayordomo de la cofradía anduvo rápido de reflejos: “A mecer a la Virgen”, gritó convencido de que meneando el trono de un lado para otro harían caer los cacahuetes por los lados y vaciarían el palio. Pero nada, parecía que los habían pegado al palio con superglú y por los laíllos caían unos poquitos nada más. Se pueden imaginar que a esas alturas la procesión era de todo menos una procesión, como que las portadoras del trono del Cristo lo habían dejado en el suelo y todo. Y mientras, los hombres del trono venga a moverlo de un lado para otro, y cada vez más fuerte alentados por las voces de ánimo del público (o los feligreses, o los parroquianos, o los fieles, o los devotos, o lo que sean). A mí me parecía que el trono empezaba a inclinarse de una forma un tanto inquietante.

-A ver si van a volcar el trono.

JB susurró sin mirarme.

-Calla, so agorera.
-Ja! Lo mismo le dijeron a Casandra y mira!

En ese momento oímos un grito general y el trono se tumbó totalmente hacia la derecha sobre los asistentes, los cuales en lugar de quitarse para no morir espachurraítos perdidos se pusieron a aguantar el trono mientras el palio descargaba por fin su cargamento de cacahuetes sobre ellos. Al otro lado, varios hombres se recolgaban como monos del trono para intentar levantarlo. Hubo unos minutos de tensión durante los cuales pareció que los cacahuetes iban a salir vencedores pero al final consiguieron enderezar el trono. Y en ese momento alguien (luego me dijeron que no habían podido contener el entusiasmo) encendió la luminaria de la Virgen y bajo las chispas blancas de las luces (“Viva la Virgen de la Candelaria”) aplaudimos entusiasmados hasta que nos dolieron las manos. Menos mal que no les da por tirar aguacates.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajja, si es que somos la "crem" de la "crem", no me extraña que salgas y te tragues la procesión, pq sabes que te vas a tronchar, eso sí, lo que no deberías perderte un verano es la fiesta que se monta en la playa con ocasión del día de la Virgen del Carmen por lo menos aquí en Fuengirola, imagínate tía, qué te sugiere (dp de tus experiencias con mi tierra y mi gente) si te digo: "Comida gratis" .

Mescalina dijo...

o melones, ginebra. ¿te imaginas?

anda, que menudo pais. Nos gusta más una jarana (procesion, verbena, manifestacion pancartera) que a un niño un caramelo.

Anónimo dijo...

Humildemente solicito una investigación sobre las razones que impulsan a gente, suponemos que religiosa, a martirizar a una virgen a cacahuetazos. Hunda la nariz en legajos, charle con las comadres más viejas del lugar, pida audiencia al alcalde, invada privacidades y propiedades, use palanquetas, puños americanos y pistolas de descarga pero traiga una respuesta.

La escena del trono meciéndose y la esperanza de que caigan los cacahuetes a saco me recuerda a aquellas máquinas de duros apilados en una superficie móvil. Parecía que con un duro más que pusieras, en la posición correcta, pilas de monedas irían a parar a tus bolsillos. Maldita percepción equivocada y estúpidas leyes físicas.

Arc

Ray Rudilla dijo...

¡Ispain is diferent! que diría Landa.
El año que viene, casi seguro, el acto de quitar los cacahuetes del palio se convertirá en una arraigada costumbre. El espectáculo es, el espectáculo.
Saludos cordiales.

Ginebra dijo...

Ray, sigo sin poder dejar comentarios en su blog. Me los rechaza repetidamente. Snif

Ray Rudilla dijo...

Lo siento mucho.
En cuanto pueda haré unos cambios en mi blog, me gusta así como está, pero menos me gusta que no puedas dejar comentarios.
Por cierto, me acabo de dar cuenta que me tratas de usted y yo te tuteo, creo que nos deberíamos poner de acuerdo en esto, jajaja
Saludos Cordiales

Ginebra dijo...

cacique:
Uf, la Virgen del Carmen me la suelo perder porque me pilla en tierra de lobos pero los años que he estado me he divertido como una loca (desde mi casa se ve la procesión de barcas)

mescalina:
Con melones sería brutal, sí. Mejor no demos ideas...
:-)

Arc:
La cosa es que una vez lo pregunté pero no recuerdo la respuesta (creo que no lo pregunté en el mejor momento porque era una fiesta de verdiales y andábamos todos un tanto perjudicados). Volveré a investigar.

Ray:
Pues capaces son de pensar que estaría bien establecerlo como toque diferenciador y tal.
Lo del blog... a mí me gusta cómo lo tienes ahora, me gustan los cambios que hiciste, pero me fastidia no poder dejarte comentarios porque me gusta visitarlo.
El tú, el usted... como tú prefieras.
:-)