miércoles, 16 de enero de 2008

Te canta el culo

Los chinos deberían estar prohibidos. No me refiero a los restaurantes, por mucho que haya cantidad que se lo merezcan, sino a los chinos en general, a las personas de la China, vaya, que estoy empezando a creer que tenían razón las películas de Fu-Manchú y aunque ya no lleven la coletita del flan chino mandarín ni las uñas kilométricas son más malvados que la mar por muy bonito que sea el país (que lo es) y muy baratas que vendan allí las camisetas de Custo Barcelona, que por diez euritos vas hecha una modernona de lo más fachion. La cosa es que además son listos. Ellos no han decidido conquistar el mundo (como Pinkie y Cerebro) mandando a Occidente un montón de soldaditos clonados, no; han optado por comernos la moral de una manera aparentemente menos agresiva pero a la larga mucho más dañina como es la infiltración constante y progresiva del mal gusto. Para comprobarlo no hay más que darse una vuelta por cualquier todocien, que es entrar y en la misma puerta tienen todos colocado una especie de gato cuadradito, así como intergaláctico, que balancea sin parar un bracito rígido de plástico generalmente de algún color tan chillón que tras el primer vistazo te deja visualmente incapacitado durante los minutos que dura tu visita al establecimiento, con lo que cuando sales y compruebas los artículos que llevas en la bolsa de plástico no sabes qué extraño Mr. Hyde te ha poseído. Uno de los últimos horrores que han creado se introdujo en mi casa durante las fiestas navideñas y todavía estoy luchando por erradicarlo. Para mi gusto es un arma de comedura de moral (y de imagen, y de prestigio, y de...) de lo más eficaz; a mí al menos me ha dejado hecha polvo. Para la mayoría de los adolescentes del pueblo es “tó guay”.

La culpa la tuvo Kenya, que llegó un día con un paquetito de lo más primoroso. Un regalo de Navidad, dijo, se lo había dado la Yeni. La Yeni nunca ha sido del círculo de amistades de mi hija pero Kenya me explicó que este trimestre había estado ayudándole con las clases de inglés y que como la chiquilla había aprobado estaba de lo más agradecida. Lo abrió y nos quedamos todos un poco sorprendidos.

- ¿Te ha regalado unos tangas y además horribles???

Madagascar estaba muerta de risa; claro que la cara de pasmo de Kenya se merecía no unas risas sino unas carcajadas. La cajita contenía tres tangas enormes, de esos de talla única: uno blanco con la carita de Papá Noel en todo el chumi, otro rojo, con la imagen de un reno en el mismo sitio, y el último de color negro y con estrellas de purpurina en el frontal. Que Papá Noel tuviera la cara de color naranja rabioso y el reno pareciera una vaca frisona de color verde lo achacamos a la etiqueta: Made in China. También echamos la culpa de eso al despliegue de purpurina de colores del tanga negro.

Me desentendí del tema y les dejé inspeccionando aquellos horrores sin dejarme impresionar por las carcajadas que se escuchaban de cuando en cuando desde la habitación. Total, dos días antes a Bruno le había dado por pasearse por todos lados con los calzoncillos en la cabeza (tengo fotos pero por supuesto no pienso colgarlas) así que imaginé que estaría haciendo lo propio con los tangas. “Te regalo el negro; te lo pongo en tu cajón para que lo estrenes mañana” me gritó Kenya entre risas.

Al rato escuché una musiquilla, concretamente un villancico, que me puso los pelos de punta porque sonaba igual de una tarjeta musical de esas que las abres y te atormenta todo el rato que la tienes abierta. Me di la vuelta y vi a Madagascar pasar por el pasillo así que, rugiendo como una leona, la insté a que se dejara de bromas con los christmas musicales. Ella me juró a gritos que no tenía ninguno y desapareció corriendo escaleras arriba. Al rato escuché de nuevo un villancico diferente en otro lado de la casa. Kenya se acercaba acompañada de un “Adeste fideles” que sonaba como si lo interpretaran los pitufos a toda pastilla. Fue verme y darse la vuelta para salir de la casa al galope. Durante el resto del día volví a escuchar por la casa las odiosas musiquitas de forma lejana pero sin que la cosa llegara a mayores.

El desastre ocurrió la mañana siguiente, cuando en pleno acto de presentación oficial en la Diputación comenzó a sonar la musiquita ratonera de un villancico en versión electrónica: “navidad-navidad-dulce-navidad”. La sala entera se quedó en silencio. “Navidad-navidad-dulce-navidad”. Algunos comenzaron a mirar los móviles, para comprobar que no eran los culpables de aquello. “Navidad-navidad-dulce-navidad”. La música seguía sonando y el acto continuaba interrumpido a la espera de que el culpable pusiera fin a semejante abominación cantarina. Yo noté que mi móvil (convenientemente silenciado) vibraba y mientras lo abría para leer el SMS que acababa de recibir escuché a un compañero que muerto de risa susurraba, lo suficientemente alto como para que toda la sala lo escuchara:

- Gin, te canta el culo.

Mientras todo el mundo se carcajeaba sin pudor leí el mensaje que me había mandado Kenya:

“TEN CUIDADO CON EL TANGA, QUE ES MUSICAL. NO TE APRIETES LA CINTURA QUE SE DISPARA EL MICROCHIP Y SUENA. BESOS”

6 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja Gin, ya sabía yo que algo bueno iba a hacer usted con el tanga...., ¡pero no imaginé que se lo pondría! :))

Ray Rudilla dijo...

Estoy seguro. Si hubiera estado en ese acto, me habría dado un infarto de aguantar la carcajada.
Soy pudoroso y respetuoso con los momentos incómodos de la gente ¡JAJAJA!, perdón.
Muy bueno, imagino la juerga de tus hijas sabiendo lo que te pasaría.
Saludos cordiales

SH765HT2 dijo...

Cuando yo era adolescente, allá por los principios de los 70's, y gracias a la moda de los luchancos y el Bruce Lee, estaban de moda los chistes de chinos, al mismo tiempo que las estanterías de las librerías se llenaban de best sellers como "El peligro amarillo".

Menos mal que te has dado cuenta de que, aunque con un poco de retraso, ya los tenemos aquí. Además aún está por resolver el gran enigma amarillo de por qué no se hacen entierros de ciudadanos chinos en España. Esa sopa de aleta de tiburón y esos acabados en piel de esos tangas son sospechosos... hummm!

Anónimo dijo...

Nahhhh, esto si q es inventaooo, por lo menos el final.Además no se dice "to guay" sino "to perita"...Jajja

Anónimo dijo...

"Cuando el gran gigante amarillo despierte..." Otra gran obra de anticipación que nos advertía de lo que ahora mismo se está cociendo en los sótanos de los Todo a 1€. Y cuidao, porque todos esos tangas Christian Dios de color pistacho fluorescente son además comestibles.

Ginebra dijo...

edda:

hombre, siendo cosas útiles tampoco las voy a tirar ;-)

ray:

son unas malvadas; claro que juegan con ventaja porque saben que
yo no tengo verguenza ninguna y que en su caso habría hecho lo mismo.

sh765ht2:

ya, es que como nunca me han hecho gracia los chinos no les había hecho nunca mucho caso; nunca me llamó la atención bruslé ni nada.

cacique:

joé con los descreídos, qué cruz!
Por cierto, en la república independiente de Rincón los kinkorros no dicen "tó guay" ni "tó perita" sino "tó guapo", pero me daba hasta grima
escribirlo.

peterpsych:

¿se comen??? hala, qué bien!