martes, 14 de abril de 2009

Casualidades y destino

Las relaciones son como las cerezas: tiras de una y esa una está enganchada con otra, y ésa con otra, y así hasta el infinito y más allá, o más modestamente hasta que se termina el cartucho de fruta. Conocí a los casuálidos y a los destinélidos gracias a Juan. A Juan le conocí gracias a Esceptico. Me gustaban mucho los dos. Esceptico tenía un aura de canallita y un toque de cinismo cáustico que resultaba muy atractivo, y Juan era tierno como un donut de azúcar del día, pero para llegar a él había que sobrepasar a Esceptico. Además los dos eran inteligentes y divertidos, y compartían un físico arrebatador (cosa más bonita de hombre, pordió) así que era fácil dejarse encantar por ellos (aprovecho para saludarle y mandarle besos si es que se pasa por aquí en algún momento). Durante un tiempo Juan y yo dedicamos muchas conversaciones a los casuálidos y a los destinélidos. Intentábamos decidir cuáles nos resultaban más antipáticos, cuáles tenían peores intenciones, cuáles nos gobernaban mejor. Cualquiera que me conozca sabe que tengo serios problemas a la hora de elegir lo que sea (lo cual resulta práctico porque tiendo a ser resolutiva; total, como sé que es inútil destinar más de diez minutos a pensar qué prefiero porque le dedique el tiempo que le dedique voy a ser incapaz de decidir, elijo lo primero que me vale, se trate de lo que se trate) así que las conversaciones resultaban placenteramente eternas. Finalmente, casi sin darnos cuenta, llegamos a la conclusión de que los dos preferíamos a los casuálidos, y que los destinélidos nos gustaban más bien poco. Yo siempre he visualizado a los destinélidos como gusanorros gordotes y más bien lacios, babosos, y lentos, de esos bichos que avanzan a medio centímetro por día y ya les parece que van a velocidad de vértigo. En cambio los casuálidos se me aparecen como bichitos movidos, juguetones, divertidos, y rápidos. E hijosdeputa, o si no a ver cómo llaman ustedes a los causantes de que no funcionen los ascensores justo cuando tienes una entrevista con alguien en el piso 12, o de que llueva justo cuando acabas de pagar 55 eurazos en la peluquería y te han dejado el pelo liso como a una china. (Esto último, que es una cosilla que les puede dar risa, es una putada total; yo tengo amigas que han llegado a pasar la tarde en la peluquería amenazando incluso con dormir allí, y yo una vez me envolví la cabeza en una bolsa del Mercadona para ir a trabajar porque se me había olvidado el paraguas y mis pelos son como los gremlins, que en cuanto se mojan se convierten en algo inmanejable y dotado de una extraña obsesión por enroscarse en forma de caracoles.) Y he puesto estos ejemplos por referirme a cosillas tontas, que hay enredos de los casuálidos que mejor no meneallos.

Comida familiar. Mientras el resto del país maldecía en arameo porque se le estaban aguando las vacaciones, los pringaos que se habían quedado en casa disfrutaban del consuelo que suponía el espléndido sol que lucía sobre aquel pueblecito de la costa haciendo honor a su nombre de Costa del Sol (a ver, esto es para que se ubiquen los despistados, que luego se creen que andamos por Ponferrada o así y no entienden nada, y me mandan unos correos rarísimos pidiendo explicaciones geográficas). La familia se había preparado para disfrutar de una comida tradicional, de ésas cuya receta se transmite de generación en generación y se prepara en una olla de hierro que perteneció a la tataratataratataratatarabuela de alguien y que horroriza a la dueña de la casa porque pesa tanto que cualquier día rompe la cocina por la mitad. En fin, que había un arroz con habichuelas al fuego digno de los más floridos gorgoritos de Antonio Molina. El cocinero se mantenía en pie a duras penas porque dos días antes había sufrido un derrame sinovial (espero que se escriba así y que no tenga que venir Siberia a tirarme de las orejas) en una rodilla, fruto de haberse pateado la ciudad como un jovenzuelo cualquiera para enseñar las procesiones a un grupo de holandesas mollares, que los hay que no se enteran de que ya no están para esos trotes. Afortunadamente la visita al centro hospitalario se había saldado de forma relativamente rápida y limpia, y esta vez no se había desmayado como en la primera ocasión (hay que reconocer que eso de que el médico te diga que hay que rajar, separar la carne, y rebañar todas las adherencias del hueso para luego volver a recolocar la carne es un tanto espeluznante) sino que había aguantado como un legionario (qué quieren es lo que tiene la Semana Santa aquí). La ayudante del cocinero se había puesto ropas y zapatos cómodos y se encontraba tan ricamente sentada mientras escuchaba a la niña mayor contar cómo su compañero de la banda de música había confundido el título de una pieza y estuvo un rato buscando como loco la partitura “Fistro de Laponia” hasta que le dijeron que el título correcto era “Cristo de la agonía”; y la encontró, claro. La abuela descansaba al sol y los demás niños se empeñaban en torturar a la gata componiendo una idílica estampa primaveral. Mientras, la hermana del cocinero se dirigió al fondo del jardín y se sentó en el columpio ignorando olímpicamente el hecho de que una de las cuerdas estuviera rota. El batacazo fue de órdago a la grande. Y los aullidos, cosa digna de una scary movie.

- Venga, venga, no seas escandalosa, que no es nada.

Esto último lo dijo el cocinero cojo, quien dos días antes había vuelto loca a la familia con sus quejidos y lamentos, pero en fin. Yo miré a mi cuñada, y me pareció que tener el hombro descolgado casi hasta el sobaco sí era algo, y que la mujer tenía motivos más que sobrados para quejarse.

- Yo creo que lo mejor es llevarla a urgencias- dijo una voz que juraría que no era la mía pero que se le parecía sospechosamente.
- Tienes razón, Gin, llévala cuanto antes.
- Emmmm…. ¿¿¿yo???

Teniendo en cuenta que los demás eran una anciana, tres niños, y un lesionado, la pregunta era absurda a más no poder, claro, ahí reconozco que intenté ganar algo de tiempo mientras buscaba una escapatoria imposible. Total, que cogí las llaves, farfullé algo ininteligible, metí en el coche a la masa de lamentos en que se había convertido mi cuñada, y tiré para el hospital comarcal para no repetir hospital.

Casi mejor dejo para otra ocasión contarles el entretenimiento que fueron las cuatro horas de espera hasta que recolocaron el hombro a mi cuñada (ay, me lo pasé estupendamente, se lo aseguro, todavía me acuerdo y me río yo sola) y pudimos poner rumbo a casa esperando que JB hubiera utilizado arroz de ése que no se pasa y pudiéramos comer arroz con habichuelas en lugar de pegote con habichuelas incrustadas.

Y lo había usado. Y nos habían guardado un par de platos. Nos sentamos y JB se dispuso a servirnos. Cuando terminó cogió una silla y se sentó, pero directamente en el suelo porque la silla se rompió y JB se dio tal costalada contra el suelo del jardín que creo que aplastó media docena de casuálidos.

21 comentarios:

si, bwana dijo...

¡Vaya comida más dramática! Espero que lo de JB haya sido leve.
Menos mal que el arroz estaba bueno, según parece.
Un saludo

Gabriel Ramírez dijo...

Gin, que digo, que mejor esa comida que tenemos pendiente la tomamos en un bar o algo. Es que me da un poco de miedo.

Cacique dijo...

Cuatro horas en urgencias pueden dar para una novelita y todo. Total, la nueva ministra ha dicho q eso no es robar conversaciones y q por ejemplo, Berlanga y Azcona se iban por las tardes al Corte Inglés para mangarle las conversaciones a la peña para sus pelis.Ya te digo. Imagínate las novelas que haríamos entre Urgencias y las playas de la Costa.

Edda dijo...

Gin, por curiosidad, en su casa ¿qué puerta se abre más, la de la nevera o la del botiquín? ;)

Wara dijo...

Venga, ¡dejen que respire la pobrecita Gin...!, que necesita espacio... ¡por si alguien más se tambalea! Sorry.

De lo que no puedo reirme es de las esperas en Urgencias, que dan para novelas pero de esas dramáticas y sangrientas con profusión de crímenes y vampiros.

Cuidese mucho, por favor. Besos.

araceli dijo...

Semana Santa, ya se sabe, hay que hacer algún que otro SACRIFICIO, pero vamos, que ustedes hicieron los de toda la regiòn.Todo sea, por un buen arroz con habichuelas.
Y si me permites un consejo, el botiquín, perfiladito y al dia, vaya a ser...... los casuálidos
Ya en serio, te leo con frecuencia, me gusta lo que escribes
Un saludo
Araceli

Anónimo dijo...

Pero los cuasinálidos esos quien son, que no me ha quedado claro, pofavó?

Siberia dijo...

Casuálidos, casuálidos sin dudarlo.

Lupe dijo...

La siniestralidad de su familia, Gin, no puede ser cosa de gusanos. Eso es que ustedes hacen méritos, como nosotros.

Outsider dijo...

Entré de casualidad, cogí una cereza en un blog y me salió esta otra, casualmente yo también me pegué un costalazo y las cosas del aburrimiento, no paras de coger cerezas y entre empacho y empacho te encuentras una cereza que sabe excepcionalmente bien, esa cereza que por un lado te incita a probar otra con la esperanza de que sepa igual o mejor, pero por otro temes alargar la mano para coger esa cereza que siempre acaba amargando a la anterior.

Rollo macabeo para simplemente decir que me gustó tu blog... por cierto, la ginebra la tomo con tónica... dicen que es bueno para el estómago, aunque no tengo claro si es por la ginebra o por el refresco... supongo que hay que echar poca tónica pues las burbujas no sientan nada bien...

Isadora dijo...

Decirle que he disfrutado como una loca la lectura de su narración no creo que sea lo más correcto, y no porque fuera falso, que no lo es, ya que efectivamente he disfrutado como una loca leyéndola, sino porque después de tanta costalada ajena pudiera parecer un poco sádico hacerlo.
En fin, que me encantó todo lo que leí, como siempre; y en cuanto al cúmulo de incidencias acontecidas en su Semana Santa y narradas por usted no dejan de ser más que motivos propicios de mortificación, que es lo que tocaba. ¿No?
¿Cómo podría pretender pasar un día de S.S. con sol y un delicioso plato de arroz con habichuelas a la antigua usanza sin que hubiera algo que la situara al nivel del común de los mortales? ¡Que no! ¡Que no sería decente! De no ser, no sería ni solidario.

Anónimo dijo...

¿Nadie que intentara colocarle el brazo? ¿No se mencionó la posibilidad de llamar al "brujo" del pueblo "que esto lo arregla de un tirón"? ¿La primera opción fue ir al hospital? Tiene usted la familia sensata que yo nunca llegué a conocer. En una comida familiar habría dos cuñados que se ofrecerían a colocarselo, cada uno de un modo distinto; una hermana que prepararía un emplasto para aliviar el dolor; dos sobrinos que tirarían del brazo; un vecino que a gritos nos advierte que va a llamar a la policia; una abuela que fingiría un desmayo porque sus achaques han dejado de ser el centro de atención... Al final acabaría en el hospital custodiado por la policia que llamó el vecino, con el brazo peor por los tirones de los cuñados y apestando a alcohol por el emplasto. Y cuando por fin te atienden, antes pasó la abuela y uno de los sobrinos porque el otro le mordió, cuando van a desaparecer por un momento de tu vida y tal vez con la distancia y los calmantes hasta merezca la pena regresar y no salir por la puerta de atrás y poner destino a Ponferrada. Entonces mamá hace de madre:
- ¿Te cambiaste el calzoncillo para venir al médico?
El volumen de la voz, directamente proporcional a lo sanota que esté la enfermera, por supuesto.

Un saludo Gin
Arc

Anónimo dijo...

Resulta que gracias a un comentario del Foro de Letras descubro el Blog de Don Gabriel, y gracias al blog de Don Gabriel descubro a su vez que Doña Ginebra tiene un blog estupendísimo también.

¡¡Dos por uno!!!

En fins, Doña Ginebra sólo me ha dado tiempo a curiosear, un revoloteo pero sí que he leído todos los microrelatos y he de decirles que algunos son realmente buenos, sí señor.

Les seguiré. Un saludo después de tanto tiempo.

Aleph. ;)

Anónimo dijo...

Ups!!!

Donde pone "microrelatos" es microrrelatos y donde pone "he de decirles" es he de decirle.

¡Hay que joerse, con las prisas...:DDDD!

Aleph

Anónimo dijo...

¡Que no! ¡Que no me lo puedo creer!
¿Es posible que hubiera estado coqueteando con usted, literariamente hablando,durante los últimos seis años si saber que la "fuente clara y chispeante" de hoy era la circunspecta y monosilabica de "todo fluye" de la escuela? No me lo creo.
En todo caso, cuando antes yo era el, ahora puede que sea ella, y haya sido usted quien haya sido, me felicito de haberla conocido y disfrutado, tambien literariamente hablando.
La seguiré con mayor razón, si cabe, como una mosca .... No me queda más remedio.

Ginebra dijo...

Bwana:
El arroz estaba estupendo, siempre le sale estupendo. Menos mal.

Gabriel:
Pues casi mejor que sí, eh, que yo no respondo.

Cacique:
Bueno, impagables esas conversaciones.

Edda:
Pues fíjese que no tengo botiquín y me estoy pensando hacerme con uno.... por si acaso.

Wara:
Jo, sí que dan, sí.

Araceli:
Sí, nosotros ya hemos hecho penitencia para todo el año, creo.
Bienvenida.

Piterpsí:
Pues unos hijos de puta, piter, mejor ni los mire.

Siberia:
¿A que sí?

Lupe:
Vaya por Dios, mujer! Pues eso me alarma bastante, eh.

Outsider:
Bienvenido. Las burbujas son malísimas, oiga, pero malas... malas...

Isadora:
Ríase, mujer, que nosotros, una vez pasado el momento, nos reímos muchísimo (sobre todo las niñas y yo, que somos más malillas)

Arc:
Jajajajajaja... lo del calzoncillo es una frase que no dudaría en poner en boca de mi suegra y que no sabemos si soltó porque en el fragor del ajetreo, entre gritos, quejas, y exclamaciones, nadie le hizo ni caso a la pobre.

Aleph:
Anda! Bienvenido, sea él, ella, o en lo que tenga a bien envolverse. Y sí, la misma. Probé al principio con un blog circunspecto y monosilábico como soy yo pero suscitó un debate: algunos decían que aburría a las ovejas y otros lo consideraban un blog de culto pensando que algo tan críptico debía contener la clave del conocimiento de todos los siglos juntos así que al final opté por cambiarlo y salió esto.

Anónimo dijo...

Hola Ginebra:

El anónimo que escribe después de mis dos mensajes no soy yo. Pero me ha dejado en la más completa incertidumbre,creo entender que ese anónimo antes entraba como él y ahora como ella....y que también le ha sorprendido agradablemente encontrar su blog.

Yo soy Aleph
género : femenino singular ;), sobre todo singular...¡qué narices!

Un besote.

Lo que me he podido reír con Guanncanloooooooossss.
Eso es realismo mágico, ojalá hubiera más gente así por el mundo(la hay, la hay, me digo a mí misma...).

Ginebra dijo...

¡Ah! que había más de un anónimo y yo los he mezclado y batido y reconvertido en uno solo. Ay, cuánto lo siento, Aleph y anónimo!

PD.- anónimo 2, sáquenos de dudas a doña Aleph y a mí, por favor, díganos cuál es su otro yo (si quiere, claro, si no pues nada, que aquí no obligamos a nada)

Anónimo dijo...

Como mi mundo no es de este mundo, difícilmente podría sacarles de la duda planteada cuando yo estoy absolutamente inmers@ en ella. Lo que si puedo desvelarle es que no conocía su blog anterior, y que, en mi comentario, me estaba refiriendo a los suyos, siempre certeros, en la Escuela de Letras.
En todo caso me felicito por haberla encontrado, y la felicito porque todo lo leído es bueno, muy bueno. … ¡Perdón, perdón! … ¡Al menos para mí!

Anónimo 2

Anónimo dijo...

joperindo, doña, yo no saldría del suelo, porrazo va y porrazo viene, con tanto jaboncillo jajajaja

no te lo tomes a mal, ni tu ni tus habituales, te/os lo digo con todo cariño

afectos

Ginebra dijo...

Anónimo 2:
Bueno, bueno, pues con duda o sin ella aquí es bienvenido.

Anónimo:
Eh, eh, que el jaboncillo es estupendo para estar limpito. O si no, a ver qué se puede usar.