martes, 17 de marzo de 2009

El hombre con música

Le veía y el corazón se me ponía a contar bajito (un, dos, TRES, cuatro, cinco, SEIS...) pero no me dí cuenta de lo que pasaba hasta que los tiempos (... siete, OCHO, nueve, DIEZ, un DOS...) acallaron a Wagner, la ópera, a Satie, la música tradicional, los 60, e incluso al clarinete de Sidney Bechet. Claro que entonces el corazón ya me sabía latir sin contar.
Yo le quería por alegrías y caracoles, pero para él la vida era una soleá. Me susurraba que bailara para él y yo me convertía en guajira y me movía para sus manos, deseando que me acariciaran como tocaba a su guitarra, que se callaba cuando jugábamos a amarnos por bulerías. A veces discutíamos por tangos, pero poco. Tocamos casi todos los palos y siempre íbamos a compás. Pero poco a poco la vida se le volvió martinete y no hubo lugar para mi acompañamiento. Me quité los zapatos y me fui en silencio. Wagner, la ópera, Satie, la música tradicional, los 60... volvieron a acogerme sin resentimiento. Durante un tiempo no pude escuchar flamenco sin que el corazón se desbocara y llorase intentando contar (un, dos, TRES...) de nuevo. Menos mal que el jazz lo cura todo.

10 comentarios:

Sir John More dijo...

Todos los problemas del mundo se arreglarán el día en que el elemento más abundante de nuestra anatomía deje de ser el oxígeno y comience a ser la música. Incluso nuestros pulmones lo agradecerán...

Muy lindo.

Gabriel Ramírez dijo...

La vida se convierte en martinete. Luego en tango. Más tarde en jazz. No deje de escuchar flamenco. Todo vuelve... si es que alguna vez se ha ido.

Anónimo dijo...

El jazz es el último refugio cuando estás cansado de todo.

si, bwana dijo...

Perfecta representación del misterio del flamenco. Incluso me ha parecido escuchar la guitarra de Manolo Cano cuando la leía.

Anónimo dijo...

La música es un estado de ánimo, y como tal tiene su momento, sus momentos, diferentes, pero no por ello irrepetibles.

Don Peperomio dijo...

y el rocanrol?
donde está el rocanrol?

Wara dijo...

¡Uf, música para calmar estados de animo...! ¡Que no podrá hacer para curar un corazón herido... incluso cuando sencillamente calla!

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Un texto inmensamente hermoso.

Anónimo dijo...

Su blog susurra jazz pero su actitud grita rock and roll.

Disculpe usted la teoría y el señor Dupré el plagio. El original dice "Tu ropa dice música disco pero tus ojos rock and roll" en la película "Detroit City Rock" ("Cero en conducta" en España). Me pierdo en sus referencias musicales, uno es de RNR y soul, para más delito ex-batera y trompetista incapaz. Sí, sólo quedaban la ocarina y el triángulo como instrumentos con menos glamour.

Saludos,
Arc

Ginebra dijo...

Sir John More:
Pues sí, pero somos unos tarugos y no queremos darnos cuenta. Me alegra verle por aquí.

Gab:
No, no, el flamenco (como todo) se te mete dentro y lo llevas siempre, como un tatuaje.

Piterpsí:
Pues sí, lo que no entiendo es que haya quien no se ha dado cuenta.

Bwana:
Gracias (¿y qué escuchaba???)

Edda:
¿Seguro? no estoy yo muy de acuerdo con que la música sea un estado de ánimo; somos nosotros los que queremos adaptarla a nuestros propios cambios.

Martin:
Hala! Es verdad! Imperdonable.

Wara:
Lo puede todo siempre y cuando la dejes actuar, que si no no hay música que valga.

H:
Muchas gracias.

Arc:
Gracias por la referencia.
(la ocarina tiene un pase y tampoco, que eso de hinchar los mofletes queda fatal, pero el triángulo es cierto que es lo menos glamouroso... bueno, sí, peor es el mirlitón)