sábado, 5 de diciembre de 2009

Un amor azul como una naranja

Para Dora la vida empezaba y terminaba los miércoles. El resto de los días sólo esperaba. Los miércoles Dora iba al mercadillo, a comprar donde El titiritero. Le llamaban así porque su hijo Paco entretenía a las clientas haciendo malabarismos con las naranjas. Paco solamente actuaba para Dora; la veía venir y lanzaba al aire las naranjas, una tras otra, hasta siete. Y seguía hasta que a Dora le tocaba pedir. Durante la semana ella comía una naranja cada día recordándole. Un miércoles Paco faltó. El titiritero dijo que le habían llamado a filas. Dora no volvió a comer naranjas.

11 comentarios:

si, bwana dijo...

Una pena que Dora dejara de comer naranjas: sobre todo ahora, que están en su punto, rebosantes de vitamina C.

Carmen Neke dijo...

Gin, si le diera por escribir dramones en vez de chalaúras, nos iba a tener llorando a moco tendido. Qué capacidad tiene usted de tocarnos la fibra sensible, jamía.

Y las cien palabras, pues geniales todas ellas desde la primera hasta la última. Como siempre.

Rodericus dijo...

Bueno, es de suponér que al mozo le darian la licencia, volveria al mercado, quedaria con ella para enseñarle alguna hortaliza más en privado y después, felizmente comerian perdices cazadas furtivamente en el coto del señor marqués, que son las que mejór gusto tienen.
Y al cabo de unos años, seguramente habria otro jovenzuelo, una generación más tarde, maravillando a las clientas con las naranajas ingrávidas.

Outsider dijo...

Pues si fue a las filas es porque quiso... que ahora o van voluntarios o no van...

Por cierto, me ha despertado la curiosidad la etiqueta... y supongo que seré uno de los tontos que contaron las palabras... sí... son cien... menos mal que no eran mil.

Anónimo dijo...

No hubo mensaje de despedida, sólo unas naranjas en el suelo del salón. Cincuenta palabras, sesenta palabras o cien .

Wara dijo...

Quíerese decir entonces que Paco no volvió... Vaya. A mí es que me encantan las naranjas, Gin, pero hay dolores que no, eh... no se puede comparar, se cierra uno en banda y, hala, a morder limones.

Anónimo dijo...

Las naranjas puestas en fila indida dan un poco de pena.

AlmaLeonor dijo...

¡Hola!
Bonitos números para emocionar... cien (palabras), siete (naranjas).
¡¡Precioso Gin!!
Besos.AlmaLeonor

Luis dijo...

Podría haber ido cada día y comprar una naranja al día en lugar de comprar siete a la semana...esto hubiera prolongado su vida!

Ginebra dijo...

Bwana:
Sí que están ricas; igual se tiró a los kiwis, que también tienen vitamina C a porrillo.

Neke:
Claaaaaro, por eso me tiro a las chalaúras, mujer, para que no se me deshidraten.
(Gracias, guapa)

rodericus:
Puaj, puaj, no me gustan las perdices.

Outsider:
Ay, qué incrédulo, pues claro que son cien; cuando son más los pongo en "más de cien".

Carlos Fox:
Una imagen bonita, pero triste.

Wara:
Los limones consuelan mucho, sí.

Piterpsí:
Pobrecillas, como si las hubieran castigado a todas en el patio del recreo.

Alma:
Gracias, me alegra que le haya gustado.

Luis:
Si es que hay gente sin recursos, ¿verdad?

Ana dijo...

Le parecerá completamente inverosímil, pero lo que ha escrito es una historia real. Con pequeñísimas variaciones, pero real. Y me ocurrió a mi...