domingo, 16 de marzo de 2008

... al que no estrena se le caen las manos

Cuando era pequeña me daba bastante miedo el Domingo de Ramos (me daba miedo casi todo, la verdad, pero me reconocerán que lo de temer el Domingo de Ramos como si fuera un viernes trece o el día del cumpleaños de Chucky se sale de lo común). Por un lado me encantaba porque solíamos pasarlo en Alicante y nos compraban unas palmas trenzadas tan bonitas que las conservábamos el resto del año hasta que terminaban, negras y churretosas perdidas, en el cubo de la basura. Las palmas no me daban miedo más allá de que acabáramos ensartándonos un ojo con alguno de los remates o que acabara tragándome las borlas trenzadas que les colgaban por todos lados. Lo que me daba miedo era el dicho que durante la semana anterior escuchábamos a todas las abuelas: Domingo de Ramos, al que no estrena se le caen las manos. Las abuelas soltaban semejante barbaridad y sonreían, las jodías, como si hubieran dicho sojosnegrostienesmorena. Ya, ya. Ya sé que eso es como las cadenas que recibimos por mail amenazándonos con no volver a comer jamón en la vida si no reenviamos una carta tristísima en la que una niñita que se pilló un dedito con un cascanueces agoniza gangrenosa perdida en un hospital de la alta Mongolia esperando que el reenvío masivo de la carta obre el milagro de devolverle los siete dedos que le llevan ya amputados. Pues lo mismo, con la diferencia de que a estas alturas de vida los mails no los reenvío ni borracha (hombre, borracha es que ni atino con la tecla para conectarme a la intesné) pero con ocho y nueve años yo no me creía lo de las manos pero por si acaso procuraba estrenar algo ese día, así que procuraba reservar algunos calcetines nuevos o alguna braga. Las bragas eran mucho más efectivas porque siempre cabía la posibilidad de que el Domingo de Ramos amaneciera un día soleado de morirse, de esos en los que o te pones sandalias o terminas con los datilillos cocidos, y luego me tirase el día entero temiéndome que con cualquier gesto me saliera una mano volando como si fuera una leprosa de Molokai. Con las bragas no había problema porque hiciera el tiempo que hiciera siempre las llevaba del mismo estilo.

Esta mañana, después de desayunar, he preparado la ropa que me iba a poner hoy cuidándome muy mucho de sacar unas braguitas negras recién compradas (por si acaso) y libre de todo peligro me dedicaba a sacar del cubo la bosa destinada a la basura orgánica (hago más apartadijos con la basura que con la ropa que voy a meter en la lavadora, y no sé para qué si luego lo echamos todo en el único contenedor de basura que hay al final de la torrentera) cuando he notado un "cruijj" así por la cartuchera izquierda y me he quedado doblada por la mitad. Kenya, ocupada en sacar del cubo correspondiente otra de las bolsas de basura, me ha mirado, ha soltado una carcajada y ha dicho algo así como "estás vieja". Le he lanzado mi mirada más asesina aprovechando que a veces rivalizo en mirada periférica con el camaleón Currito, y se le ha helado la carcajada antes de terminarla. "Em... que va a ser verdad y todo".

Y era verdad, claro que era verdad, que me había quedado doblada por la mitad de mala manera sin poder enderezarme mientras no dejaba de visualizar las braguitas negras esperándome sobre la cama y sin parar de pensar: "tenía que haberme duchado y vestido nada más levantarme; esto ha sido por no haber estrenado nada".

En resumiendas cuentas (como decía un becario que tuve, más brutillo que un arado el pobre pero que en cumplimiento del principio de píter llegará lejos), que aquí estoy, después de varios ibuprofenos, dos masajes con flogoprofén, y un calmante cuyo nombre no sé ni pronunciar, aburrida perdida y con la cartuchera izquierda doliéndome sin parar me ponga como me ponga. Así que no sé si estos días me verán aparecer por aquí pero si aparezco y el resultado es una mezcla de surrealismo y mala leche, a mí no me echen la culpa, pío pío que yo no he sido, que la culpa es de la cartuchera, que ha decidido tener sensibilidad propia y hacerse valer. Y háganme caso: el año que viene estrenen algo, aunque sea una gomilla del pelo.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya vaya, así que está usted como para bailar el chiki chiki, ;p. En serio cuídese esa cartuchera, con reposo y una buena dosis de mimos se le pasará y aproveche el descanso para disfrutar de buenas lecturas. Que se mejore.

Anónimo dijo...

¡¡Pobre!! No sabía que estabas pocha!!
Pues a cuidarse mucho, que la Semana Santa por esas tierras tiene un trasiego que no se puede estar doblada....
Besos mil.

Ginebra dijo...

Edda:
Gracias. Ayer intenté todo: que si cojines bajo los riñones, masajes con geles antiinflamatorios, calor, ibuprofenos a cascoporro... y ná de ná. Lo único que ha funcionado ha sido estar en la cama tropecientas mil horas. Veremos.

Amoskaia:
La edad, hija. Lo malo no es la Semana Santa (hace años que no la piso excepto para ver a La Legión, claro) sino que como siempre tenemos visita (4) y no me va a apetecer quedarme en la cama mientras los demás se recorren la comarca comiendo pescaítos como locos.

Anónimo dijo...

¿Le han propuesto ser costalera alguna hermandad? Porque de ser así a mi también me daría uno de esos tirones que exigen calmantes (muchos) y cama (más todavía).

Si lo está simulando no me diga nada, nunca se sabe donde pueden tener informadores los capillitas. Limítese a jurar que se trata de una dolencia real y lamentarse de las cosas que se va a perder por quedarse marilynmonroeada en el sobre. Cuídese y recuerde quejarse siempre del dolor en el mismo lado.

Arc

Dr. Durden dijo...

Yo ayer jugué al padel. Lo hice en un loco intento por demostrarme que los años no pasan para los que tenemos un cuadro nuestro que envejece en el armario. Hoy tengo una megamialgia diferida que me impide ser persona. Estoy incapacitado para subir una pierna más de siete centímetros. Y para seguir siendo joven, aunque esté postrado, cuando el próximo día me pregunten "¿juegas esta tarde al padel?", dire: "¡anda chaval!..y una polla como una olla".

Anónimo dijo...

A un amigo mio que se quedo tieso jugando al pádel el traumatólogo, de la misma edad y con arrobas de coña, le dijo. "clarooo... (mirada erudita a la radiografía, tono sosegado)... a cierta edad... (acercamiento para ver detalle importante)... si uno intenta llegar a todas las bolassss... (otra mirada a las apófisis para acabar con voz de chamán divinizado)... pasa lo que pasa.

Gin, hágame caso que yo tengo mucho ojo clínico: eso suyo va a ser psicosomático.

Anónimo dijo...

A un amigo mio que se quedo tieso jugando al pádel el traumatólogo, de la misma edad y con arrobas de coña, le dijo. "clarooo... (mirada erudita a la radiografía, tono sosegado)... a cierta edad... (acercamiento para ver detalle importante)... si uno intenta llegar a todas las bolassss... (otra mirada a las apófisis para acabar con voz de chamán divinizado)... pasa lo que pasa.

Gin, hágame caso que yo tengo mucho ojo clínico: eso suyo va a ser psicosomático.

Ginebra dijo...

Arc:
Jo, hace que no voy a la ciudad a ver procesiones... pues desde que me quitaron la sección de Semana Santa (a petición popular porque los lectores del periódico escribían diciendo que yo era "poco piadosa", ¡qué jodíos!) y me pude dedicar a cultura y espectáculos.

Dr.Durden:
Es que el deporte es malísimo para la salud; es de esas cosas (como tirar huevos por las ventanas en cuanto se pillan un cabollón) que solamente están al alcance de los muy muy jóvenes.

Siberia:
¿Y su amigo siguió jugando al pádel?
Oiga, lo de psicosomático debe ser peor ¿no? porque eso quiere decir que hoy me ha dado por el dolor cartucheril y que igual mañana me da por salirme una oreja en la frente.

Anónimo dijo...

Lo de que las palmas acababan roñosas en un cubo de basura es una visión que me suena. Más que darme miedo (u odiarlo) el domingo de Ramos me causaba un fastidio de continuos resoplidos. Zapatos nuevos y repeinao, Como que no!

Ginebra dijo...

Peterpsych:
A mi me gustan los zapatos más que a un tonto un lápiz (por aquello de que no tienes que andar probando miles de tallas, tienes un número y te entra, estés gorda o no). Y lo del repeinao... lo bueno que tiene tener la cabeza llena de caracolitos es que nadie espera nunca que vayas no repeinada sino siquiera un poquito atusadita. Por ahí me libro, menos mal.

Esperanza dijo...

Jajajaja! Acabo de descubrir tu blog y lloro de la risa. No te conocía esta faceta, Gin, pero me encanta tu humor corrosivo. A la niña le dices que con 15 años es más bien normal que no te duela nada. Besitos.