miércoles, 9 de enero de 2008

Karaoke

Todos los años, al llegar la fiesta de Santiago, las mujeres del pueblo competían para ver quién tenía el jardín más bonito. Al principio cultivaban rosas, hasta que un año comenzaron a plantar unas flores grandotas que además de bonitas eran la mar de agradecidas porque era sembrarlas, escupirlas un poco y se inflaban a crecer y echar florones de colores. Además, como casi todos los hierbajos del pueblo, tenían propiedades curativas; te tomabas una infusión y te calmaban cualquier dolorcillo además de dejarte relajadito relajadito. Mi abuela y sus hermanas las llamaban dalias; otras mujeres del pueblo las llamaban amapolas. Un año llegaron unas cuantas patrullas de la Guardia Civil, inspeccionaron los jardines, desmocharon cuanta flor pudieron, y dieron orden de eliminarlas todas bajo multa, pena de cárcel y no sé cuántas amenazas más. Total, que lloraron de lo lindo pero las abuelas del pueblo no tuvieron más remedio que erradicar del pueblo las plantas de opio y volver a los rosales con una desgana que se diría que estaban cultivando cuscuta.

De aquello les quedó a todas ellas la afición por los optalidones (que como sustitutivos del opio debieron ser buenísimos porque se los zampaban como si fueran lacasitos hasta que los retiraron; ahora se comen los lacasitos sin más y se quedan tan contentas lo cual me hace pensar que o los lacasitos nos tienen totalmente engañados o el efecto placebo en mi familia es digno de estudio) y el reflejo de escupir al suelo cada vez que veían un guardia o alguien los nombraba. Los niños adquirimos otro reflejo: el de saltar automáticamente cada vez que alguien mencionaba a la Benemérita para poder esquivar los escupitajos. Somos todos conscientes de que ver a un adulto dar un saltito así, por las buenas, queda totalmente ridículo pero en el pueblo resulta más que útil saber hacerlo, que yo he visto más de un zapato escupitajeado perdido. Y cuando hay reunión familiar ni les cuento el cuidadito que hay que tener, porque con el tiempo no sólo no se les ha apaciguado el odio sarraceno sino que se han vuelto unas virtuosas totales. Claro, en vista de que las reuniones familiares cuentan cada vez con más miembros nuevos ignorantes de nuestras costumbres ancestrales (y a veces, como ésta, cochinas), hace un par de años instauramos la costumbre de iniciar cada francachela tribal brindando un escupitajo común y ya está, con lo que todos escupimos y solamente unos cuantos saltamos (es que somos como los perros de Pavlov, qué quieren).

La cena de Nochevieja comenzó con el mencionado brindis en la puerta de la casa con una cierta rapidez para no quedarnos pasmados (y porque a siete grados bajo cero mucho nos temíamos que los esputos se convirtieran en estalactitas verdes y nos taladraran los dedos de los pies) y resultó tan divertida y entrañable como han venido siendo todos los años. Hubo derramamiento de copas por los manteles, alguna de otra caída de silla, espárragos que practicaron el deslizamiento libre por la mesa, intercambios involuntarios de servilletas, atragantamientos cuasimortales con las uvas de la suerte... en fin, una cena tradicional.

Y después de la cena, como es tradición familiar, los chavales se encerraron en la habitación de uno de ellos, que es radioaficionado, para hablar con los amigos, mi hermana B2 montó el karaoke, y las güelas se pusieron a dar gritos de alegría cuando mi primo les explicó que les había hecho un montaje con canciones tradicionales. Hubo una pelea encarnizada por los micrófonos (a estas alturas, y como ya nos conocemos, hacemos una sesión de karaoke multitudinaria con seis micros, imagínense) y comenzó la sesión con el romance de Gerineldo. Del romancero popular pasamos a los boleros, pero como siempre lo que más éxito tuvo fue la movida, a la que llegamos ciertamente perjudicados así que comenzamos a alternar las canciones con los chistes, los cotilleos, los chascarrillos... Y ahí estábamos, gritando como “no hay playa” como si nos hubieran poseído cuando llamaron a la puerta.

Abrí y me encontré a Berna pelado de frío y con un puntito de mosqueo considerable. La verdad es que el muchacho llevaba diez minutos llamando pero con la que teníamos montada dentro como si hubieran tocado las campanas, que no oíamos nada. Entró en el zaguán y comenzó a explicarme algo pero que si quieres arroz, no podía oirle, así que cogí el anorak y salí con él. Nos metimos en el todo terreno y saludé a su compañero Justo. Los dos me miraron en silencio.

- Bueno, qué - dije con un cierto cachondeíto - No me iréis a decir que estamos haciendo mucho ruido, eh, que aquí no nos oye nadie.

Berna asintió en silencio.

- Venga ya, Berna, si esto es el culo del mundo.

Justo intentó esconder una sonrisa y Berna, impávido, encendió la radio. Por los altavoces me llegaron, altas y claras, todas las voces familiares en pleno descojone tras un chiste lepero.

- Pero... pero... ¿esto qué es?

Berna bajó el volumen.

- Se lo tengo dicho al Jaime, que si quiere hablar con los colegas que lo haga, pero que no utilice esa frecuencia, que nos interfiere a nosotros y por lo que se ve a la emisora local.
- ¿Estamos saliendo por la radio?
- Lo que te diga, morena, por la radio y en todos los coches patrulla; y no veas lo mal que cantáis.

En ese momento escuchamos por la radio a B1 preguntar por mí y a JB explicar que había salido un momentito a atender a la guardia civil... El “GRRRPUAJ” general ahogó el resto de la frase. Y yo no pude contener la carcajada.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Gracias por la carcajada!

Anónimo dijo...

Gin, buena la has hecho, ahora cuando vaya a tomar café al bar del pueblo y me encuentre con la Guardia Civil, no voy a poder evitar la carcajada, jajajaja.

elizq dijo...

Espero, querida Gin, que su prolongada ausencia no se deba a que gozó unos dias de la hospitalidad cuartelaria de Berna y Justo.

:))

Ray Rudilla dijo...

Gerineldo, Gerineldo,
paje del rey más querido,
quién te tuviera esta noche
en mi jardín florecido...
¿Esto fue lo que escuchó la Benemérita?
jajaja
Saludos cordiales

SH765HT2 dijo...

1º flores y hierbas raras. 2º Escupitajos a la autoridad competente. 3º Fiestas ilegales con cánticos horrísonos. 4º Interferencias en los medios de comunicación... Lo que uno descubre, jajajaja!

Ginebra dijo...

anónimo:

de nada, de nada, a disfrutarla :-)

edda:

pues se le escapará el café por las narices, querida, tenga cuidado

elizq:

qué va, qué va, si además Berna es del pueblo y su madre es una de las que mejor escupen, la jodía.

ray:

eso, eso! en mi familia como no te sepas el Gerineldo no eres nadie.

sh765ht2:

ya... ¿soy una iconoplasta?? ;-)