lunes, 28 de enero de 2008

Argelia

Llevaba varios días contándome cómo era, pero todas las palabras de Chenani,
las fotografías que había visto anteriormente, no me habían preparado para la
maravilla que es ver las pinturas del Tassili. No puedo apartar la mirada de las imágenes. Chenani no deja de mirar la expresión de mi cara con una media sonrisa que se va ampliando a medida que yo le hago comentarios entusiasmados sobre cada uno de los dibujos. El tiempo pasa sin que me dé cuenta y mientras recojo las cosas para irnos (volveremos mañana) noto a Chenani nuevamente serio. Cargo las cosas en el
todoterreno y me sujeto el brazo derecho con la mano izquierda.

- Me duele el hombro. He debido hacerme daño cargando la bolsa. ¿Crees que
podrías conducir tú esta vez?

Chenani alarga la mano en silencio para coger las llaves del coche y me mira con agradecimiento. Sabe que no es cierto. Hasta hoy se ha sometido a mis cuidados, no ha tenido más remedio que confiar en mí para conducir, montar las tiendas, hacerle las curas, pero sabe que sé que hoy, que vamos a su casa, necesita que todo sea diferente.

Subimos al coche y conduce despacio, esquivando baches con cuidado y evitando expresar cualquier gesto de dolor. Al entrar en la aldea me sorprende la agitación. A Chenani también. Su esposa, Fatma, nos lo explica. Uno de los pozos, seco desde hacía varios años, inexplicablemente ha vuelto a tener agua. Para celebrarlo han matado un par de chivos. Hamid, el hermano mayor de Chenani, se lo lleva dándole sonoras palmadas en la espalda y yo me quedo con Fatma y el resto de las mujeres de la familia, las cuales me miran sin poder contener la curiosidad. No soy, por
supuesto, la primera europea que ven, pero sí la primera que entra en su casa
y no saben muy bien qué hacer ni qué decir.

Me ofrecen un té caliente y mientras lo tomo intercambiamos unas frases de cortesía. Nos entendemos en francés. Poco a poco van cogiendo confianza y me hacen mil preguntas sobre mi vida, mi familia, mi trabajo. No les escandaliza que viaje sola en compañía de hombres que no son mi pareja ni mi familia; les sorprende que me guste hacerlo. Me cuenta cosas sobre la aldea, sobre Chenani, sobre la fiesta. Cuando les digo que me gustaría lavarme la cara y las manos para estar un poco presentable a la hora de la cena se ofrecen tímidamente a arreglarme. Me dejo hacer. Cuando terminan, Fatma me ofrece un espejo. Mi pelo está recogido en trenzas delgadísimas, igual que el suyo. Sonrío encantada y la hermana pequeña de Chenani me ofrece un pañuelo. Me lo coloca en la cabeza cubriéndome los hombros y cuando estamos terminando escuchamos voces y entran Chenani y Hamid. Me miran y sonríen.

Antes de irnos a cenar hay que limpiar la herida de Chenani. Las mujeres se disponen a hacerlo y Chenani coge la bolsa con el botiquín, me la tiende, me mira a los ojos, y me pregunta si por favor me importaría hacerlo yo.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

¿La cultura hace la personalidad? No sé, pero a veces me he preguntado cómo sería "mi mente" si hubiera nacido en un pais árabe.
Saludos.

Anónimo dijo...

¡Hola!
Gin, una curiosidad, ¿le ofrecieron el te en esa forma tan africana de hacerlo en tres momentos y vasos diferentes (primero muy caliente y amargo, luego caliente y un poco más suave, por fin templado y dulce)?
A nosotros nos lo ofrecieron así en una casa en Senegal. El último, llamado el de las mujeres, estaba muy bueno, los demás... para gustos, jejeje. Y además nos contaron que cada uno se hacía en su momento y con sus pausas, tuvimos que esperar a que se hiciese cada uno.
Africa encierra maravillas.
Besos.AlmaLeonor

Anónimo dijo...

Tengo una curiosidad. Esto son crónicas de tus viajes o es que viajas con tu mente hasta lo más remoto de la Tierra ??

Espero que no moleste la pregunta.

SH765HT2 dijo...

O sea, que en cuanto llega algo de agua al pozo, los chivos de la tribu se arrancan por bulerías, jaja, se poneeeen de un contentooo!

Ginebra dijo...

cacique:
No lo dude ni un momento.

almaleonor:
No, fue de una sola vez, caliente (muy caliente) y (muy) dulce.

Peterpsych:
No me molesta en absoluto. Son viajes reales.
(¿Desilusionado? ¿Habría preferido que no lo fueran? ¿Por qué tenía esa curiosidad?)

sh765ht2:
A ver si van a ser los chivos los que ciegan los pozos a base de cagarrutas!

Anónimo dijo...

Si como dice los viajes son reales, los que esperan su vuelta a casa verán compesada la espera con la cantidad de historias que tiene para contarles. Disfruto con sus crónicas y siento envidia sana, envidia por poder viajar tanto, aunque no todo sea bueno. Supongo que lo que nos brinda aquí, es con lo que se queda.

Ginebra dijo...

Edda:
De algunos viajes hace ya muchos años. Y me temo que les doy visiones parciales porque lo que les cuento aquí son sensaciones, no crónicas propiamente dichas.

Anónimo dijo...

Pues anímese, que ahora me ha entrado la curiosidad de cómo sería una crónica sobre unos de esos viajes (o sobre un trocito, claro), pues los "relatos de sensaciones" son sensacionales.

Ginebra dijo...

eider:

Muchísimas gracias. Me alegra mucho que ande por aquí.

Anónimo dijo...

Reptando más bien. Gracias y recuerdos a los JB, pues hace mucho que quería felicitarles y no había encontrado el momento.

Ginebra dijo...

Um... se lo diré, pero me van a preguntar por qué les felicita y no sé qué decirles.
:-)

Anónimo dijo...

Por lo que escriben y cómo lo hacen.
¿Y qué hay de lo mío? Digo, de la sugerencia de hacer la crónica de un viaje.

Ginebra dijo...

¡Ah, pues se lo diré, claro, entre otras cosas porque estoy de acuerdo en felicitarles por lo que hacen y cómo lo hacen, sí!

Lo de la crónica... um... me temo que mis crónicas son excesivamente profesionales, o sea demasiado "crónicas periodísticas", pero de acuerdo. ¿Prefiere algún lugar en particular? (si no ha visto aquí ninguno que le apetezca dígalo, que todavía no he puesto todos)