sábado, 5 de abril de 2008

Cucurrucucú

La primera vez que Kenya fue de excursión con el colegio tenía 6 años. Los llevaron al centro de la ciudad, a ver la casa natal del pintor local (aquí todo gira en torno a él) y cuando volvieron la profesora estaba a punto de tener un ataque de nervios. Resulta que al terminar la visita había dejado a los chiquillos jugar un rato en la plaza (frente a la casa natal del pintor local en torno al cual gira la vida de la ciudad) y al ir a subir al autobús para volver al pueblo se dio cuenta de que todos los niños (y me refiero a niños macho, las niñas hembra no) llevaban bajo el brazo una paloma. Teniendo en cuenta que las palomas de esta ciudad son listas y taimadas como un lobo acosado por espíritus de vampiro en celo (ya, es que no se me ocurría qué podía acosar tanto a un lobo como para volverle taimado al nivel de los rapaces estos) ya tenía mérito que las hubieran atrapado. Alguno, incluso, llevaba dos. Al preguntarles qué narices hacían con las palomas, uno de ellos dijo que su madre las preparaba con arroz y que estaban bien ricas. Por supuesto le costó un rato largo y una batería de gritos conseguir que las palomas volvieran a ser libres y pudieran continuar destrozando los edificios, las estatuas, y la ropa de los viandantes a base de cagarrutas descontroladas.

La verdad es que cuando a mi me lo contó me pareció que exageraba un poco. Bien es cierto que ella acababa de bajar del autobús y estaba histérica perdida, y que yo llevaba un buen rato en el bar esperando a que llegaran, pero aun así me pareció que estaba echando un poco las patas por alto porque vamos a ver, qué mal habían hecho los vandalitos aquellos en capturar unas cuantas presas para echar al puchero. Al fin y al cabo ahí se veía que tenían madera de machos, de cazadores, de sostén familiar, de… vale, de brutísimos. Pero también es cierto que palomas hay un ciento en cada esquina, y que tampoco pasa nada por aligerar un poco la población aviar de la zona. Aunque sea para comerlas con arroz, que no lo he probado nunca (me da un poco de reparo, tengo que confesarlo) pero todo el mundo dice que está rico. Yo detesto las palomas, vivas o muertas. Bueno, vivas más.

Hace un par de semanas estaba tomando el té en el jardín con Rosamari cuando llegó Cristo y se nos unió. Estaban los dos encantados de conocerse, Rosamari porque era la primera vez que conocía a un lugareño nudista, y Cristo porque es más sociable que la mar y le encanta conocer gente nueva. Y si esa gente nueva es negra, inglesa de Jamaica, y solamente habla inglés pues mejor porque así practica el idioma. Es que no había dicho que Rosamari es una alumna de JB y en realidad se llama Rose Marie, es negra, inglesa de Jamaica, y etc. etc. etc. Así que allí estábamos los tres tomando el sol y el té tan ricamente. Cristo y Rosamari charlaban (o lo intentaban) y yo miraba las palmeras del jardín de las cuales salían unos “cucurrucucúes” la mar de mosqueantes, para mí, claro. Cristo siguió la dirección de mi mirada.

- ¿Contemplando las palomas?
- Ajá.
- Son preciosas, ¿eh?
- ¿Tú sabes cómo podría cargármelas a todas?
- ¡Joder, Gin, no seas cafre!

Cristo me miraba como si hubiera dicho que quería asarles a él y a Rosamari y comérmelos de a poquito.

- Me tienen harta, Cristo, me tienen harta. Hoy he tenido que lavar las toallas dos veces porque las tiendo y las cagan enteritas. Me dan un aaaaaasco. Y todo el día haciendo “rruuuuuuruuuuuuruuuu”. Son desagradables como ellas solas.
- ¿What?

Rosamari es que no se entera de nada de español, y eso que lleva ya tiempo aquí.

- Pidgeons. Disgusting.

Kenya al principio se dedicaba con entusiasmo a la tarea de traducir fielmente todo lo que hablábamos en español pero ya empieza a estar un poco hasta el moñete y traduce tipo Tarzán. Miedo me da pensar qué hará dentro de una semana o dos. Igual se dedica a hacer señas.

- Mi madre hacía un pastel de paloma delicioso.

Yo creí que había oído mal pero cuando Kenya dijo “pero qué asco, por Dios”, y ví brillar los ojitos de Rosamari así como con aire golosito me di cuenta de que no, que la cocina inglesa era todavía más repugnante de lo que yo pensaba y que si se la dábamos bien muerta aquella mujer era capaz de hacernos un pastel con la paloma.

- ¡Ah, pues estará rico! ¿Te acuerdas de aquel arroz con pechuguitas de gorrión que nos hizo Juani el bombero, Gin?

Cristo a veces tiene la extraña capacidad de sacar a relucir aquellos temas que yo querría que quedaran bien enterrados en el subconsciente colectivo. El arroz con pechuguitas de gorrión era uno de ellos. Bien es cierto que estaba estupendo pero recuerdo que al principio estaba intrigadísima por saber de dónde habría sacado el bombero pollos tan diminutos. Cuando nos dijo que se trataba de gorriones y que se había pasado todo el día anterior limpiándolos para dejar las pechuguitas nada más me imaginé la pila de gorriones muertos y despechugados (literalmente) y me entró un mal rollo que no pude seguir comiendo. Vaya, aquello solamente fue comparable al día que Claudia la colombiana nos invitó a comer y cuando llevábamos ya medio plato comido nos preguntó si nos gustaba la lengua. En ese mismo momento terminó la comida. Y es que somos unos prejuiciosos, vale, pero por mucho que me intente mentalizar lo de zamparme un puñao de pajaritos no termina de convencerme nada de nada. Y de las lenguas de criaturas muertas ni hablemos.

Iba a fulminar a Cristo con la mirada pero afortunadamente él y Rosamari se enredaron a discutir sobre gastronomía y me dejaron tranquila para pensar en la manera de desarraigar a las palomas de las palmeras. De pronto se me ocurrió.

- ¡El nido! Si les quitamos el nido se irán de ahí.

Era tan fácil que no sabía cómo no se me había ocurrido antes. Lo que no parecía tan fácil era cómo subir a lo alto de la palmera (son doce metros) esquivando picotazos (eh, que yo he visto “Los pájaros”) localizar un nido, hacerlo añicos, y bajar sana, salva, y triunfal, al jardín. Pero bueno, pensé que la cosa no iba mal. De momento había dado con la solución. Otro día me dedicaría a pensar cómo ejecutarla.

Y la solución parecieron aportarla las mismas palomas. Dos días después volvía del pueblo en coche con Madagascar cuando vimos dos palomas caminando por la carretera.

- ¡Vas a atropellar una paloma! ¡Gira el volante!¡Esquívala!

A veces Madagascar se cree que soy Lara Croft y que estamos en una autopista y se olvida de que por la calle no cabe más que coche y medio (el otro medio suele estar retrepado en la acera bien aparcadito).

- No digas bobadas, Madagascar, a ver si te crees que las palomas son tontas. Cómo voy a atrop…

¡CHOF, CHOF! No pude terminar la frase. Por el retrovisor vi el cadáver espachurrado de la paloma.

- ¿La has atropellado?
- Mmm… creo que sí.
- ¡La ha reventao entera! ¡Está la carretera llena de tripas y de sangre!

Bruno estaba entusiasmado; se había salido de la silla del coche para mirar por el cristal trasero. A veces no sé de dónde salen estos niños.

Durante la comida Bruno contó el atropello. “Se trata de una acción vituperable que deploro de veras” dijo JB, y se quedó tan pancho. Yo empiezo a cuestionarme seriamente lo de impedirle ver películas de romanos, que luego nos suelta cosas así y terminamos hablando todos que parecemos Judá Ben Hur y el colega aquel de la cuádriga tuneada de negro. Kenya, por cortesía del canal Odisea (de verdad que durante esa comida estuve tentada de borrarme del Digital para siempre) nos explicó que las palomas son monógamas y que si un miembro de la pareja muere el otro se deja morir porque no soporta vivir sin su pareja. “Estupendo” dije fríamente “a ver si se muere pronto y puedo tender la ropa en paz de una vez”. El tono fue lo suficientemente lúgubre como para que nadie continuara hablando del tema.

Y la cosa parecía funcionar. Durante un par de días la paloma superviviente se lanzaba entre las ruedas del coche cada vez que me veía aparecer por la calle, en plan kamikaze. Hay que decir que ella era una kamikaze muy torpe y yo una asesina fatal porque ninguna de las dos conseguimos nuestro objetivo y la paloma siguió vivita y coleante. Al final, aburrida de intentar suicidarse sin éxito, la paloma dejó de atacar mis ruedas y se fue. Y yo me quedé tan contenta.

Hasta hoy, que al tender la ropa con Kenya hemos oído unos “currucucúes” de lo más familiar y al mirar he visto que la paloma ha vuelto ¡con otra pareja! He mirado a Kenya de modo acusador, claro. “Con que fieles hasta la muerte, ¿eh?”, y se ha inflado a reir. Llevo todo el día buscando el tirachinas.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno... Yo firmé con una amiga el Pacto Cuca-Paloma. Ella mata toda cucaracha que se nos cruce y yo me encargo de ahuyentar a las palomas. Salgo yo ganando.
L.

Anónimo dijo...

Joer, tía, tas cargao una paloma y te la refanfinfla y todo pq se caga en la ropa del tendedero. Hay que ver. Po mira, a nosotros nos pasaba lo mismito y qué hicimos, techar el tendedero. Anda que, no me extraña que Bruno flipe ya con esas cosas, si es que...menos mal que está ahí JB que además le chiflan las pelis de romanos.;p
P.d. Qué te dijo el médico al final? Sigues de baja?

Anónimo dijo...

A mí tampoco me gustan las palomas, cuando veo a la gente echándoles pan (que todavía los hay) les digo: "pero no les eches migas tan pequeñitas, pobres", a ver si con un poco de suerte se atragantan. Por alguna razón las llaman ratones con alas, puaj ¡qué asco!

Ginebra dijo...

Lupe:
¿Seguro? A mi es que las cucarachas me dan igual, las cojo de una antena y las pongo en la basura sin pestañear, pero las aves me dan como miedo.

Cacique:
Me niego a techar la terraza del comedor, que es lo que uso para tender, que se larguen a otra palmera o que se vayan a Africa, que aquí no las queremos.
PD.- me dio el alta el jueves así que el viernes ya estaba trabajando, pero no creas, todavía ando un poco resentida.

Edda:
Osti, qué buena idea, matarlas por asfixia!

núria dijo...

Cuidese, pordió, de atropellar palomas!

Yo una vez atropellé una y a las dos horas me ponia de parto.

Reconozco que estar embarazada de 8 meses facilitó la cosa.

Ginebra dijo...

Núria:
Um... si yo me pusiera de parto ahora (o justo después de atropellar a la volaora repugnante ésa) sería como para salir en el programa aquel de Jiménez del Oso porque como no echara una piedra del riñón no sé yo...

Anónimo dijo...

Hace tiempo en la oficina apareció una paloma.
Tenía el ala rota y se metía dentro del edificio para protegerse de los gatos.
La descubrí después de varios días en los que la gente pasaba olímpicamente de ella; que, aunque sea una paloma y no sean los animales más agradables de la tierra, me maravilla que la gente vea a un animal pasarlo mal y pase olímpicamente.
Así que la cogí, la metí en una cajita de cartón y me la llevé a una Ong protectora de aves.
Pero resultó ser una protectora de especies chulas (tipo águilas, halcones...)
Aún así se quedaron con ella.
Llamé a los dos días y se había muerto; tenía tal susto en el cuerpo que no había comido ni bebido nada.
Esto me contaron....aunque nunca estuve muy segura de que no sirviera de alimento a alguna otra especie más chula y más protegida....

Sera Sánchez dijo...

Jajaja, buenísimo.
Es usted una artista de la escritura.
Bueno, yo tengo la solución a sus problemas. Pongales a Pablo Abraira a todo trapo, y si puede ser en DVD. Seguro que se largan ante tamaña cara de gavilán melenudo.

Quique dijo...

Yo les daría palomitas sin avisar. Todas ahí, picoteando como buitres (bueno, como palomas).
Y cuando se den cuenta que se han convertido en unas antropófagas y sucias caníbales, seguro que mueren de asco.

De nada

SH765HT2 dijo...

Estremecedor documento que no hace si no confirmar que las palomas, lejos de ser el símbolo de la paz, son el símbolo de la caca. Como anécdota diré que nosotros solemos tender la ropa en un sitio que está completamente al aire libre. Encima de la ropa no hay ni aleros, ni farolas, ni árboles ni cualquier otro tipo de apoyadero ni base logística para estos bichos. Pues bien: puedo certificar y certifico que cagan en vuelo, como si se tratara de cazabombarderos. Más una vez me he encontrado restos de material abrasivo de color blanco adherido a mis niquis de color negro.

O sea que si atropellaste una no te arrepientas de ello. El Papa Benedicto te absolvería sin duda.

Francisco dijo...

Me costo mucho comprendo que la palona sea el simbolo de la paz, siendo como es un ave tan sanginaria, pero despues de conocer a ciertos politicos que imponen la democracía bombardeando a niños, mujeres y hombres no me extraña ya nada.

Un saludo

Anónimo dijo...

¡Hola!
Gin yo te puedo asegurar que el arroz con paloma no está nada rico, pero nada nada. Claro que también debio influir el hecho de que la única vez que lo probé (y solo lo probé) fue después de ver a una tia del pueblo (en el pueblo simpre viven las tías de uno ¿no?) retorcerla el cuello y desplumarla. Un día prometo contar la anecdota entera.

A Amoskaia le diré que la paloma que llevó a un Centro de Protección de Especies Protegidas (ese es su nombre completo y ocupación específica, solo especies protegida, que se le va a hacer) seguramente le paso lo que te dijeron, o simplemente la soltaron sin más. Hasta donde yo sé y si el centro cumple como es debido a las aves protegidas les dan buena pitanza (controlado), no "cualquier cosa" que se les lleve.

Y a mi me gustan las palomas, ya siento discrepar del mundo mundial, pero será porque yo solo las he visto en las plazas y en los parques, levantando el vuelo cuando yo corria y acudiendo a mi mano cuando les ofrecía comida, todo muy bucólico como ves, pero es lo que hay.

Besos.AlmaLeonor

Anónimo dijo...

No debemos olvidar a las "primas de zumosol" de las palomas, las gaviotas, que simbolizan la "libertad" y otras cosillas con bigote, jaja!

Anónimo dijo...

¡Hola!
Pues quiero yo romper una lanza en favor de los pobres bichos, tan atacados ultimamente.

¿Que sería de la Plaza de San Marcos de Venecia sin las Palomas? ¿Y de las plazas y lugares maravillosos de todo el mundo sin ellas?

Las palomas sueltan sus necesidades, claro, pero también el resto de "bichos voladores", y nadie se queja de gorriones y vencejos, que son más, aunque más pequeños.

¿Quereis un bicho guarro? No conoceis a las cigueñas. Esos si que son guarros de verdad. Se alimentan en los basureros de las ciudades y son capaces de comerse de todo, desde desperdicios de comida a cables electricos, papeles, cemento....

¿Quereis un bicho con mala leche? Las Picarazas. Son capaces de ahuyentar a toda una bandada de gorriones, estorninos, vencejos, y lo que se tercie. Además son gamberras a más no poder, a mi gata la tuvieron mareada durante un buen rato y las he visto burlarse de perros enormes.

Por cierto cigueñas y picarazas si que son aves protegidas.

Pobres palomas....

Besos.AlmaLeonor

Anónimo dijo...

¡Hola!
¡¡Anda Peterpsych!!! no me habia dado cuenta de tu comentario, jajajajajajaja, muy bueno, jajajaja
Besos.AlmaLeonor

Ginebra dijo...

Amoskaia:
Jo, qué buena eres, llevándoles "bomboncitos" a las águilas y los buitres enfermos... jejeje

Sera Sánchez:
Gracias! La verdad es que si con el Abraira no se largan es que son unas pervertidas.

Quique:
Una idea genial, pero ¿y si les gustan las palomitas y se me vuelven como los gremlins???

Sh765ht2:
Hombre, sí, es que me parecería raro que tooooda la bandada interrumpiera una migración, por ejemplo, y bajaran a tierra para que una de ellas echara una cagadita.

Francisco:
Ya, pero esos no me cagan en las toallas.

Almaleonor:
Es usted raaara, raaara.

Peterpsych:
Ésas me dan un miedo...

Almaleonor:
Si es que a mi me dan asco todos los bichos con plumas (bueno todos no, tengo algún amigo del trabajo que es un bicho total con una pluma impresionante y no me da asco, me cae bien)

Anónimo dijo...

Oye, y que coche tenias ?. Solo por curiosidad, porque yo nunca he pisado ninguna.

mario

Ginebra dijo...

Mario:
Un Renault Laguna. Tiene las ruedas anchísimas (y carísimas, las jodías), igual es por eso.