miércoles, 26 de septiembre de 2007

El PORRETE

Todos los años, cuando comienza el curso escolar, los maestros preguntan a los niños a qué se dedican sus padres. Yo sé que lo hacen por saber de qué huerto les viene cada uno de los cebollinos que pueblan las aulas y que no lo hacen en plan cotilleo tomatero, pero me molesta igual porque cada año me toca una ocupación distinta.

La cosa comenzó cuando mi hija mayor comenzó su vida escolar y le hicieron la pregunta de marras. La chiquilla no tenía ni idea de a qué me dedico y se lo expliqué pero la explicación hizo en su cerebro lo mismo que la inteligencia en el de Leticia Sabater: pasar de largo, así que al día siguiente cuando la maestra le preguntó si ya sabía qué era su madre, dijo sin pestañear “quesera”. El por qué de la respuesta es un misterio solamente comparable al de las pistas de Nazca así que nadie debe dedicar ni medio nanosegundo a investigarlo. Dado que esto sucedió cuando la niña tenía tres años y ya tiene quince, y que cada año sin excepción le preguntan lo mismo y ella responde lo primero que se le pasa por la mente, es fácil deducir que a lo largo de estos quince años he tenido multitud de profesiones a cual más peregrina.

El otro día tuvimos una bronca de ésas que solamente se pueden mantener con adolescentes, cuajada de lágrimas, mocos y fluidos asquerosos que le brotaron por todos los orificios de la cara, mientras de su boca salían acusaciones que habrían hecho temblar a la madre más entera pero que perdían efectividad porque como salían enredadas con babas y espumarajos sonaban un poco incomprensibles y tenía que repetir cada una de ellas como tres veces para que me enterase. En fin, que la bronca pasó como era de esperar y al día siguiente aprovechando que pasaba por allí, las recogí a la salida del instituto. Mientras las esperaba ví que uno de los profesores me miraba con una mezcla de asombro, curiosidad, reparo, e interés totalmente inusual. Cuando salieron las niñas les pregunté y la mayor me dijo que era su tutor.

- Me miraba rarísimo.
- Ah… sí… puede- dijo de forma sospechosa.
- Mmm… ¿y por qué puede ser?
- Es que ayer nos preguntaron a qué se dedicaban nuestros padres.
- ¿Ajá?
- Y, como tú y yo habíamos discutido, le dije que eras concejala.
- ¿Ajá? ¿Y…? Porque eso no es nada raro.
- Bueno… de un partido nuevo… - Ahí se me dispararon todas las alarmas.
- ¿Qué es el…?
- Partido Obrero Radical Revolucionario Electo de los Trabajadores Españoles.

¡Concejala de el PORRETE! Ahora me lo explico. Pobre hombre.

4 comentarios:

elizq dijo...

Hijas!!

silvia lázaro díaz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Va en los genes: esas hijas te han salido imaginativas.