lunes, 9 de febrero de 2009

Injusticia

Nunca había tenido nada nuevo. De pequeña heredaba la ropa de sus hermanas y primas; ahora la compraba en mercadillos. Siempre compraba coches usados. Su marido había estado casado antes dos veces. A la hora de comprar casa compraron una de segunda mano. Trabajaba haciendo suplencias. Hacía un año le habían transplantado un riñon. Incluso sus hijos eran adoptados. Cuando el ayuntamiento la multó por no separar la basura y no hacer montoncitos para el reciclaje no dijo nada. Simplemente rió, rompió la multa, tiró toda su ropa al contenedor, y fundió la tarjeta de crédito en El Corte Inglés.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Gin, no te suelo dejar comentarios, no sea que te crezcas mucho ;-), pero me gustan las historias que escribes,tiernas, imaginativas, fáciles, te gusta observar las cosas pequeñas que tanto importan, a mi me pasa los mismo (lo de observar las cosas pequeñas sólo).

Anónimo dijo...

Gin, crécete, crécete.

Anónimo dijo...

Gin, crécete, crécete.

Anónimo dijo...

Pero mucho, vamos.

Anónimo dijo...

Genial relato de una persona de segunda mano. Gyn!

T dijo...

Me ha encantado, Gin.

Anónimo dijo...

Como dijo la casi-vestal al indignado populacho romano que la quería linchar: Lo inmaculado está sobrevalorado.

Mi compañero de pupitre heredaba todo del hermano mayor: la ropa, la buena fama ante los profesores y los libros. Los libros estaban impecables, muy cuidados, excepto el de matemáticas que tenía anotaciones escritas a bolígrafo, con caligrafía muy pequeñita explicando algún apartado dífícil o resolviendo algún problema complejo. Sabiendo lo malo que era mi compañero en matemáticas siempre vi esa versión mejorada del libro como el tributo por los jerseys de cuello de cisne que le provocaban sarpullido. Uno no puede estar rascándose a dos manos y atendiendo a álgebra al mismo tiempo.

Arc

Don Gaiferos dijo...

Los pies de mi fiel Catalino siempre fueron la horma que dieron óptima textura a mis botas y zapatos. Jamás estrene traje de caza hasta que él le diera la exacta cochura. Escopeta tampoco me lleve al hombro hasta saberle de pólvora atufado. En los convites el primer bocado fue para él y nunca me acerque a crica de señora sin saber, con su concurso, de su salubridad y especiales bondades. ¡Para que luego se quejan los que nunca estrenan!

Graciosa posada. Un saludo de Don Gaiferos

Isadora dijo...

¿Es injusto haber nacida la última de la casa, o es un simple accidente del que una no se repone nunca? Si es injusto, secundo sin emoción lo de la tarjeta, ya que fundirla, lo que se dice fundirla, fundida está la mía desde primeros de mes y sin esfuerzo alguno.
Quien me da pena de verdad es el marido. Pobre hombre. ¿Dos veces y aún se arriesga a una tercera sin percatarse de que el reincidente es él?
¿Y el Ayuntamiento? ¡El colmo! Está claro que somos capaces de soportarlo todo menos a la administración. La multa fue ¡definitivaaaa!

Anónimo dijo...

yo hubiera hecho lo mismo,

:-)

Ginebra dijo...

Anónimo:
A ver, mido poco más de metro y medio así que tampoco me vendría mal eso de crecerme un poco. Que lo sepa.
(Gracias)

Lupe:
Gracias
Gracias
Muchas gracias

PeterPsych:
Gracias, Piterpsí!

T:
Me alegra, miss T. Gracias.

Arc:
Eso mismo decía mi hermana, que le encantaba que yo le dejaba los libros todos llenos de anotaciones.

Don Gaifeiros:
Qué apañao el Catalino! Me alegra verle por aquí, Don.

Isadora:
Hija, la vida no es injusta, es hijaputa pero injusta... el Ayuntamiento, en cambio, lo tiene todo.

Kaos:
¿A que sí?